La celebración del I Congreso de la Educación, organizado por el Consejo Interdiocesano para la Educación Católica en Andalucía, tendrá lugar en Sevilla el próximo mes de febrero de 1996.
Es una iniciativa que nos invita a participar para poner en común los principios pedagógicos y jurídicos en los que se inspira y sustenta en proyecto educativo, las nuevas exigencias que plantea el momento que vive la sociedad y el avance de las ciencias de la educación; sin olvidar una sincera revisión de nuestro trabajo y el renovado afán por incrementar la unidad y cooperación.
Este Congreso ha de situarse en el camino de la nueva Evangelización, con especial atención a la cultura y a la transformación de la sociedad mediante el quehacer y servicio educativo a la familia, a los niños y a los jóvenes, siguiendo la mejor tradición de la historia de Andalucía enriquecida con el testimonio de tantos padres y maestros, entre ellos santos y fundadores, que han de seguir siendo estímulo para otros educadores que hagan de su vida una entrega generosa a la educación de nuestro pueblo.
Camino de esperanza
La educación de las nuevas generaciones es un capítulo permanente de nuestra dedicación como pastores de la Iglesia en Andalucía.
La educación no puede renunciar a ser un camino privilegiado para construir la esperanza. Una educación empeñada ante todo, en capacitar a los jóvenes para afrontar con lucidez y entrega la tarea de vivir. Sólo la atención al bien de la persona puede sostener y alentar la entrega de padres y educadores al servicio de la educación integral de los hijos y de los alumnos por encima de cualquier otro interés.
El sistema escolar no puede olvidar a la persona y ocuparse principalmente de su rentabilidad productiva. El camino de esperanza ha de llevar dentro un sano espíritu de crítica. La vida de la sociedad, con sus luces y sus sombrar ha de ser, permanentemente, punto de referencia en esta revisión. Conviene no olvidar los aspectos morales en estos momentos en los que la corrupción de la libertad es una amenaza para la vida económica y política.
Unidos para educar
La educación en Andalucía necesita, cada vez más, una convergencia de esfuerzos e ilusiones con el sólo objetivo de promover la formación integral de los niños y jóvenes, ofreciéndoles un horizonte acorde con su dignidad. Un horizonte en el que los valores del espíritu inspiren y sostengan la vida personal, familiar y social.
Una nueva conciencia de la importancia de la educación ha de favorecer una mayor responsabilidad y dedicación de todos. Tenemos particularmente presente el papel de los hombres del pensamiento, de las artes y de la cultura. Ellos al poner sus talentos al servicio de la dignidad humana y de los valores del espíritu, contribuyen eficazmente a la humanización de la sociedad, y al progreso de los pueblos. También queremos señalar la necesaria sensibilidad de los gobernantes para ser capaces de interpretar y satisfacer los legítimos derechos de los ciudadanos en materia de educación.
No cabe duda del deber y derecho que corresponde a la Iglesia al servicio de la educación y su específica responsabilidad de evangelización en este campo y en el de la cultura. Ella se hace presente mediante la actividad de sus miembros y el servicio de sus instituciones.
Consideramos necesario crear una viva conciencia en el pueblo cristiano que valore la importancia de la formación integral y, concretamente, de la enseñanza religiosa escolar. Y a la vez que expresamos nuestra gratitud a los profesores de religión, les pedimos que pongan el mayor empeño y entrega en su labor, para que dicha enseñanza cumpla sus objetivos y responda eficazmente a las necesidades pedagógicas de los alumnos.
Finalmente invocamos a Cristo, Maestro de la vida, os invitamos a confiar en El, en sus palabras de vida eterna. No tenemos otro maestro. De El aprendemos la sabiduría y el amor a los hombres. Ponemos, una vez más, bajo la protección de María los afanes de cuantos viven entregados a la educación. En Ella encontramos siempre el estilo, el auxilio y el espíritu de la verdadera Evangelización.
Jaén 9 de octubre de 1995