El primer encuentro de profesores cristianos de Andalucía, que tendrá lugar en Málaga el próximo día 16, con la participación de profesores de las diócesis andaluzas, nos brinda una grata oportunidad para expresaros el reconocimiento por vuestro servicio apostólico, deseando que vuestras iniciativas en el campo de la educación y de la cultura constituyan un signo de la presencia del Espíritu en los centros escolares que tenéis encomendados.
Deseamos que este primer encuentro, precedido por otros de ámbito diocesano, destaque la importancia de la vocación apostólica de los que sirven a la educación, como testigos de Cristo resucitado, en el interior de la actividad docente, desde los alumnos a todos los componentes de la comunidad educativa. Bien sabéis que la vocación cristiana es necesariamente vocación al apostolado.
Sometemos a vuestra consideración algunas orientaciones que iluminen vuestra conciencia y vuestra misión en el ámbito religioso, moral y social de vuestro apostolado específico.
1. IDENTIDAD CRISTIANA
Vivid, ante todo, con esperanza la verdad de vuestra condición cristiana, como discípulos de Cristo y miembros de su Iglesia.
Hoy se nos impone a todos ir pasando de la palabra al testimonio. Es necesario vivir la fe, abiertos a la Palabra de Dios y proyectada a la realidad educativa. Esta vida de fe sólo es completa si se acoge la gracia divina que se nos da en los sacramentos y en la oración y se transmite mediante el ejercicio de la caridad.
Sólo desde la experiencia de Dios y desde la práctica de las virtudes cristianas resultará posible ejercer el apostolado de los seglares. Por ello se nos muestra como particularmente urgente tomar una nueva conciencia de la vocación a la santidad, derivada de la gracia del bautismo.
2. VOCACIÓN APÓSTOLICA
Ahora bien, la dimensión apostólica de vuestra fe se verifica y realiza en vuestra actividad educadora. La Iglesia reconoce esa labor como verdadero apostolado. Es cabalmente en la escuela donde Dios os llama a ser testigos de los valores del Evangelio, donde tenéis que anunciar a Jesucristo con obras y palabras. Allí desarrollaréis y haréis realidad la misión evangelizadora de la Iglesia.
Hay que advertir, sin embargo, que el apostolado de la educación se caracteriza principalmente por el testimonio de la caridad. El amor a los jóvenes es el primer componente de vuestra caridad apostólica. Esta virtud cristiana debe inspirar, por activa y por pasiva, toda vuestra pedagogía.
Este ejercicio de la caridad os dará un espíritu abierto, fraterno y libre para actuar como creyentes en el seno de la comunidad educativa, unidos siempre a una Iglesia comunidad de apóstoles.
3. EDUCADORES CRISTIANOS
Sois educadores cristianos en una sociedad pluralista, desde una clara identidad y un respeto positivo a las exigencias derivadas del ejercicio al derecho a la libertad religiosa. Y todo esto en fidelidad a una filosofía de la educación fundada en la doctrina de la Iglesia e inspirada en el humanismo cristiano (cf. Gravissimum educationis, n. 1 y 2).
La educación cristiana se funda en el concepto cristiano de la vida humana, que comprende también los valores morales y la enseñanza social de la Iglesia, como modelo de vida religiosa, moral y social.
En nuestras circunstancias resulta apremiante prestar una mayor atención a la dimensión moral del oficio educativo y de los fines de la misma educación, principalmente ante la crisis de los valores morales y sus graves consecuencias en las familias y en la sociedad. ¿Qué otra cosa puede ser la educación sino una empresa moral del educador y del educando?
Vuestro servicio al hombre habrá, pues, de responder a su dimensión espiritual, a su necesidad de sentido, a su apertura a Dios, como Suma Verdad y Sumo Bien, a su conciencia moral y a las exigencias del bien común fundado en la justicia, en la solidaridad y en la paz. No permitáis que vuestra noble misión sea mutilada y reducida a una mera instrucción descomprometida e indiferente.
4. PROFESORES DE RELIGIÓN
Impartir clases de religión supone un camino excelente para ser testigos de Cristo en quienes han entendido su vocación docente desde la fe cristiana. La clase de religión representa también un ámbito privilegiado para todo profesor cristiano que tenga conciencia de su misión educadora. Impartir clases de religión es un derecho cívico y un deber cristiano.
La actual evolución de la sociedad y de la escuela pide de vosotros un nuevo esfuerzo para adquirir y formar una conciencia recta sobre la legitimidad y la necesidad de la enseñanza religiosa escolar.
Repetimos, una vez más, nuestra gratitud a cuantos dedicáis vuestro esfuerzo y generosidad a la enseñanza religiosa como verdadero servicio eclesial. Considerad esta actividad como la primera exigencia de vuestra conciencia apostólica y la urgente respuesta a una de las necesidades más imperiosas de nuestra región. No permitáis que las nuevas generaciones se incorporen a la vida desprovistas de la Buena Noticia del mensaje revelado. La ignorancia religiosa, en su aspecto doctrinal y moral, es una grave carencia para la vida religiosa y para el bien social de nuestro pueblo.
Recordando otro mensaje que dirigimos a los profesores cristianos en junio de 1973, consideramos necesario promover iniciativas que ayuden a una recta conciencia cristiana sobre la importancia de la enseñanza religiosa y la permanente actualización del profesorado.
5. TESTIGOS DEL DIOS VIVO
Llenos del Espíritu de Dios, habréis de dar con intrepidez y humildad un testimonio visible de vuestra fe. Amad el bien de la humanidad, el bien de la vida pública. Sed cooperadores del bien común desde la genuina aportación de los valores evangélicos. Implicados personalmente en el tejido social, asumid la parte que os corresponde en el ámbito de la educación y de la cultura. Vivid una profunda unidad entre vuestras convicciones personales y vuestra actividad en la vida escolar.
La participación en la vida social no es otra cosa que la expresión de la caridad cristiana. Se trata así de una actuación pública inspirada en la fe de la Iglesia y ejercida con libertad y eficacia.
Vuestro testimonio puede concretarse, entre otras múltiples materias, en el campo de la investigación pedagógica, en el ejercicio de los derecho humanos en materia de enseñanza, en el servicio generoso a la escuela y en el campo de la política educativa. El mundo de la educación reclama hoy una clara y acertada presencia de los católicos, en razón de su secularidad y de su responsabilidad en la vida pública.
6. MIEMBROS DE LA IGLESIA
Como cristianos hechos y derechos, sois, por la fe y el bautismo, miembros activos de la Iglesia, donde ocupáis un lugar propio en virtud del sacerdocio común de los fieles y de vuestra vocación educadora, asumida como llamada y don de Dios para el bien de las nuevas generaciones.
El seguimiento a Cristo os conduce a participar de su amor a la Iglesia, viviendo la comunión eclesial significada en la Eucaristía y compartida en la unidad de misión.
Desde la parroquia, como comunidad eclesial básica de la diócesis, y con la ayudad de los sacerdotes y religiosos, habréis de cultivar vuestra vida apostólica, abriendo audazmente nuevos caminos que faciliten un diálogo fecundo entre el apostolado seglar y la educación cristiana, entre la fe y la cultura y entre la parroquia y la escuela.
Imploramos en esta segunda semana de Pascua la bendición de Cristo Maestro sobre vuestros trabajos, extensiva a vuestros familiares y alumnos, por mediación de María Reina de los apóstoles.
Córdoba, 12 de abril de 1988.
JOSÉ MÉNDEZ ASENSIO, Arzobispo de Granada. CARLOS AMIGO VALLEJO, Arzobispo de Sevilla. RAFAEL GONZÁLEZ MORALEJO, Obispo de Huelva. JOSÉ ANTONIO INFANTES FLORIDO, Obispo de Córdoba. ANTONIO DORADO SOTO, Obispo de Cádiz–Ceuta. MANUEL CASARES HERVÁS, Obispo de Almería. MIGUEL PEINADO PEINADO, Obispo de Jaén. RAMÓN BUXARRÁIS VENTURA, Obispo de Málaga. RAFAEL BELLIDO CARO, Obispo de Jerez. IGNACIO NOGUER CARMONA, Obispo de Guadix–Baza.