Declaración colectiva de los Obispos de Andalucía ante el referéndum sobre el estatuto autonómico

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Oficina de información de los Obispos del Sur de España

    Los obispos de las diócesis andaluzas venimos siguiendo, con interés pastoral, los pasos sucesivos que va dando nuestro pueblo hacia una creciente responsabilidad autonómica, dentro del marco unitario del Estado español.
    Cierto que, como ya dijimos en febrero de 1980, “la organización político-administrativa del Estado es materia opinable entre los ciudadanos y que nadie puede ser forzado ni impedido en una opción concreta por razón de su fe cristiana”. Pero el hecho de que el pueblo andaluz haya de adoptar medidas comprometen su futuro pone en juego el sentido moral de los ciudadanos y les obliga a elaborar un juicio de conciencia.
    Es en esta plano ético y espiritual –donde opera la responsabilidad íntima de cada persona y de cada cristiano- en el que encuentra su justificación la palabra evangélica de los Pastores de la Iglesia. La dijimos cuando se sometieron al electorado dos alternativas autonómicas sobre Andalucía. Y volvemos a decirla ahora, ante el referéndum del 20 de octubre, que somete a veredicto popular la aprobación o no del texto de Estatuto de Autonomía, elaborado por las fuerzas políticas andaluzas y hecho suyo por el Gobierno y el Parlamento español.
    Sea cual fuere la decisión personal a la que llegue en conciencia cada miembro del censo electoral, consideramos que a todos nos afectan las siguientes observaciones:
1.    No es moralmente correcto despreocuparse o inhibirse de los asuntos que conciernen al porvenir de nuestro pueblo ni de las fórmulas que se nos consultan para decidir en una u otra dirección.
2.    Carecen, por lo mismo, de justificación las actitudes ante el referéndum fundadas en la indiferencia, la comodidad, el apasionamiento, la insolidaridad o el menosprecio de los asuntos públicos.
3.    El referéndum sobre el Estatuto de Autonomía nos encara a todos los andaluces con nuestra responsabilidad ciudadana, nos exige un conocimiento básico de los que votamos o dejamos de votar y nos obliga a ponderar con seriedad las consecuencias de nuestra decisión.
4.    En cualquier caso, sobre el interés del propio partido o de la filiación ideológica, debe imponerse en un monumento como éste el bien general del pueblo andaluz, en apertura solidaria y cordial a todos los pueblos de España.
5.    A la luz de la doctrina social de la Iglesia, cada cristiano está llamado a participar en las tareas colectivas de la comunidad humana a la que pertenece, aportando a la vida pública el mensaje y el testimonio del Evangelio. En este sentido, Andalucía, por su postración social, por sus valores culturales y religiosos que la distinguen, constituye una llamada a nuestra conciencia creyente y a nuestra responsabilidad pastoral.
    Como pastores de la Iglesia en Andalucía, queremos permanecer fieles a estas exigencias y apoyamos sin reservas a cuantos realicen algo positivo a favor de nuestro pueblo.

Córdoba, 17 de octubre de 1981.

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