Carta de los obispos de Andalucía invitando a los jóvenes a unirse a la Jornada Mundial de la Juventud (Sidney 2008) desde el Santuario de El Rocío

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Oficina de información de los Obispos del Sur de España

Queridos jóvenes:

1. Como sabéis, desde el año 1985 el Papa ha venido convocando en diversas partes del mundo una “JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD”, que ha significado una gracia para millones de jóvenes de todas las partes de la tierra. Con motivo de estas Jornadas, desde Toronto a Manila, desde Buenos Aires a Czestochowa, desde Santiago de Compostela a París, Roma, Colonia, o Denver, millones de jóvenes han vivido —y muchos por primera vez en su vida—, una gran experiencia de Iglesia. Es la experiencia de ser parte de un gran pueblo, de una familia inmensa y bellísima, hecha de todas las razas y naciones del mundo. Esa experiencia estaba ligada a la imagen de una Iglesia peregrina, porque al Papa se le han ido uniendo en su peregrinación por el mundo cada vez más jóvenes de los lugares del mundo en los que se iba celebrando.

La experiencia de Iglesia de la que hablamos no es la de una “organización” ni la de un “montaje humano”. Es la experiencia de una humanidad cambiada. Cambiada por el encuentro con Cristo, y con su “cuerpo”, en la Eucaristía y en la comunión de unos con otros creada por el don de Cristo, y por la presencia del Vicario de Cristo, el Papa. Lo que este cambio significa —y no es una teoría, lo hemos visto muchas veces—, es, ante todo, una certeza de que nuestras vidas tienen un valor inmenso. No estamos solos, ni hemos sido tirados a la existencia como a un desierto, con la orden de sobrevivir como podamos. ¡Cristo nos ama con un amor infinito, ha derramado su sangre por nosotros, se nos ofrece como compañero de camino para la tarea de la vida!
 
2. El encuentro con el amor de Cristo —que siempre sucede en el encuentro con personas concretas que me aman como Cristo, y por tanto, que me aman como soy, sin condiciones—, abre en el corazón un espacio a la esperanza. Toda esperanza, en la vida, es fruto y consecuencia del amor que recibimos. Y, al revés, es la falta de amor la que, tantas veces, hace que nos falte la esperanza, que parezca que no merece la pena vivir.

Y luego están la alegría, y la capacidad de amar. Es lo espontáneo. Cuando uno recibe amor, se tienen ganas y energías para amar, para querer. Se tienen energías para querer la vida, en primer lugar, la propia vida. Y también para querer a otros, cada vez “a más otros”, y para querer a esos otros cada vez mejor. Hasta que un día, como en el corazón de Cristo, en nuestro corazón quepan tendencialmente todos los hombres, y desde luego, todos los que nos vayamos encontrando a lo largo del camino.

3. Un mundo hecho de hombres y mujeres cambiados así, mediante el encuentro con Cristo en la Iglesia, es un mundo de hombres y mujeres libres. Es también un mundo bonito —hasta en medio de nuestras pobrezas y miserias—, un mundo en el que es posible dar gracias por la vida. Un mundo así es un mundo en el que gusta vivir, porque se puede vivir contentos. También es un mundo en el que, precisamente porque se está contento, uno puede tener el deseo de comunicar la vida a otros, a los que mañana serán vuestros hijos, porque al darles la vida uno les da una cosa buena y grande. Aunque ese don de la vida suponga fatigas, la experiencia del valor de la propia vida —tan inmensamente amada—, y la experiencia de la alegría y de la libertad que brotan del don de Cristo, hacen que el deseo de dar la vida, de compartir ese don precioso, sea más grande y más fuerte que las fatigas. Es curioso: es de Cristo y de su amor, vivido en la Iglesia, de quien brotan igualmente el deseo de cuidar la vida, y de poder darla en el matrimonio, y el deseo de dar la vida en el sacerdocio y en la vida consagrada. En cambio, cuando falta Cristo, y la vida deja de ser “amable”, las personas no tienen energías ni afecto suficiente para comunicar la vida, porque no hay razón alguna para darse, ni para amar de verdad y hasta el fondo. Por eso hoy es tan frecuente encontrar a tantos jóvenes que tienen de todo y no son felices.

    4. Este año, la Jornada Mundial de la Juventud es en Sydney, Australia. El lema escogido por el Santo Padre Benedicto XVI es el siguiente: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos”, que es una cita del comienzo del libro de Los hechos de los Apóstoles (Hch 1, 8). Ese lema nos remite al origen de nuestra historia. Y es que la historia de esa humanidad bella y grande acabamos de describir, y que nace del costado abierto de Cristo, no es la historia de unos hombres mejores que los demás, o con más cualidades, o con más capacidades. Es la historia de unos hombres y mujeres de barro, más o menos igual que los demás, pero transformados por la energía que da el don del Espíritu Santo. El don del Espíritu de Jesucristo, que nos une a Él y nos hace hijos de Dios. Y nos permite vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Ese es el don que se nos hace en el bautismo, que el Señor “sella” con un doble sello en la confirmación, y que se cumple de modo pleno en el sacramento del perdón de los pecados y en la Eucaristía. En estos dos últimos sacramentos, sobre todo, el Señor de la historia se hace realmente “compañero” nuestro en nuestro caminar por la vida.

5. Gracias a ese don somos un solo pueblo, hecho de todos los pueblos. Gracias a ese don, el valor de nuestras vidas no está determinado por lo que nosotros podamos conseguir con nuestras fuerzas, sino por el amor infinito con que somos amados. Quien tiene conciencia de ese regalo —más precioso que la vida misma, porque es el que hace que la vida valga la pena de ser vivida—, no puede no sentir el deseo de gritarles a sus amigos “la buena noticia”. ¡Hay una posibilidad de ser felices, porque somos amados! ¡Y porque somos amados, sólo porque somos amados, y con un amor infinito, podemos decir con verdad que somos libres!

6. En Sydney, habrá un grupo considerable de jóvenes españoles. Muchos han hecho un gran esfuerzo para poder ir. Ellos nos representarán a todos nosotros, de un modo u otro. Pero Australia está muy lejos y el viaje es muy caro. Eso hace que muchos jóvenes de nuestras diócesis no puedan participar de ese acontecimiento de forma directa. Por eso, los Obispos de Andalucía hemos querido promover un encuentro de jóvenes en el Santuario de la Virgen del Rocío (Almonte, Huelva), los días 16-20 de julio, para unirnos desde allí al encuentro de Sydney. Estaremos vinculados a los actos de la Jornada Mundial de la Juventud mediante pantallas gigantes y, en la medida, no de nuestras propias fuerzas, sino del don de Dios, podremos vivir una experiencia de Iglesia semejante a la de quienes van a Sydney. Sobre todo, estaremos unidos a ellos, en la alegría y en la comunión de la Iglesia Una. Durante estos días, además de los actos de Australia a los que nos uniremos especialmente, y de una adoración permanente en el Santuario de El Rocío, también habrá otras actividades, y momentos de juego o de descanso, por grupos o por diócesis, de forma que os podemos prometer que serán unos días preciosos, llenos de esa maravillosa amistad gozosa y buena que nace de la presencia de Cristo en medio de nosotros.

POR ESO, VUESTROS OBISPOS DE ANDALUCÍA OS INVITAMOS, A TODOS AQUELLOS JÓVENES QUE NO VAYÁIS A IR A SYDNEY, A UNIROS CON LOS DEMÁS JÓVENES
DEL MUNDO EN LA ALDEA DEL ROCÍO. DIRIGIMOS ESTA INVITACIÓN ESPECIALMENTE A LOS JÓVENES DE LAS PARROQUIAS, DE  LAS COMUNIDADES, GRUPOS Y MOVIMIENTOS QUE NO TENGAN OTRAS ACTIVIDADES PROGRAMADAS DE ANTEMANO A LO LARGO DEL VERANO. INCLUSO SI LAS TENÉIS, PERO TENÉIS LIBRES ESOS DÍAS ¡VENID AL ROCÍO! QUIENES OS HABÉIS CONFIRMADO ESTE AÑO, POR EJEMPLO, O QUIENES OS ESTÁIS PREPARANDO PARA EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN, TENDRÍAS UNA OCASIÓN PRECIOSA PARA COMPRENDER MEJOR Y PARA VIVIR MÁS PLENAMENTE LO QUE SIGNIFICA EL DON DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA COTIDIANA.

Para ello, contactad con la Delegación de Juventud de vuestra Diócesis, o que vuestros catequistas o responsables conecten con ellas.

¡SI PODÉIS VENIR, NO FALTÉIS! OS ESPERAMOS

Vuestros Obispos,

+ Carlos Amigo Vallejo
+ Javier Martínez Fernández
+ Juan José Asenjo Pelegrina
+ Antonio Ceballos Atienza
+ Ramón del Hoyo López
+ Juan del Río Martín
+ Antonio Dorado Soto
+ Juan García-Santacruz Ortiz
+ Adolfo González Montes
+ José Vilaplana Blasco

Domingo 29 de junio de 2008, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

 

 

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