SIETE PROPUESTAS PARA SER ¡PEREGRINOS DE ESPERANZA!, por Antonio Gómez Cantero

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

 Siete propuestas para ser ¡Peregrinos de Esperanza!

  1. Salir de la psicología de la tumba, que nos habla el Papa Francisco, de aquellos que han perdido el entusiasmo inicial, repitiendo acciones monótonas, que se limitan a elogiar el pasado, convirtiéndose en momias de museo, criticando cualquier iniciativa presente, pero anclados en un mundo que ya no existe. Por eso sufren un desencanto vital y manteniendo su alma en un estado vegetativo.
  2. La esperanza, el gozo, la alegría cristiana sale de la tumba del resucitado que ha roto todas las cadenas, incluso la de la muerte. No somos hijos del Viernes Santo, sino hijos de la Pascua. Somos los que no nos dejamos arrastrar por las estadísticas negativas, ni por los profetas del mal agüero. Los primeros cristianos, impulsados por el Espíritu Santo, no se anclaron en el pesimismo, salieron por todos los caminos y se jugaron la vida por Cristo, nuestros evangelizadores y nuestros mártires, nos empujan a salir de nuestras casas como ellos hicieron.
  3. Por eso la Iglesia Peregrina, es una Iglesia en salida, es obvio, aunque nos cueste entenderlo. Nuestra Iglesia de Almería también está llamada a salir de lo que aún nos quede de una Iglesia encerrada en sí misma, con sabor a invernadero, que sean los otros los que vengan a nosotros … Necesitamos romper con nuestras rutinas, del siempre se ha hecho así, para atrevernos a llegar a todas las personas y periferias que necesitan la luz del Evangelio. Prefiero, nos dice el Papa, una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro en la seguridad de aferrarse a las propias seguridades. Son palabras proféticas de su carta apostólica La Alegría del Evangelio.
  4. Una Iglesia de esperanza, es una iglesia preocupada por el dolor y el sufrimiento humano, que brota de la pobreza extrema, de los abandonos, de las guerras y los terrorismos, de las violencias infringidas, de las masacres, del sinsentido de la vida, de la marginación, de la debilidad, en conclusión, de los pecados, frutos del desamor y del egoísmo, de la falta de fe, de la pérdida de la caridad, entendida como el amor derramado de Dios. Este es nuestro campo de batalla. Y cuánto nos cuesta salir de nuestra comodidad, y cuán duro es entrar en el cuerpo a cuerpo.
  5. Una Iglesia Peregrina de Esperanza, es una Iglesia capaz de vencer la tentación de la posesión. Necesitamos tan poco para vivir la fe con autenticidad, como la vivieron los primeros cristianos. San Pablo VI hace ya muchos años, nada es nuevo, decía que la Iglesia particular debe ser pobre y para los pobres. Que contra el ansia de posesión como elemento de seguridad sea capaz de vivir la generosidad como clave fundamental, siendo Iglesia gratuita dispuesta a ser sierva de la humanidad. Y como dice nuestro Papa Francisco glosando este texto: Que el servicio sea nuestro poder.
  6. Para vivir la fe con autenticidad solo necesitamos una comunidad, en la que los cristianos hablen, oren y compartan. En la Iglesia y en nuestras parroquias, comunidad de comunidades, todos estamos llamados a la conversión, para que todos, laicado, vida consagrada, diáconos y sacerdotes, seamos llamados a ser miembros activos de nuestra comunidad. Conocer la tarea y misión de cada uno de nosotros, que nace de los compromisos bautismales, nos ayudará a desempeñar mejor nuestra labor misionera y evangelizadora.
  7. Pero más que nunca nuestras comunidades necesitan comunión y formación. No somos peregrinos de esperanza por libre, ni nuestras comunidades pueden vivir desgajadas de los demás cristianos. Si fuera así corremos el riesgo de crear pequeñas sectas donde nos creamos superiores o más puros que los demás. Y esto desde el principio es un riesgo en la Iglesia. No somos de Cefas, de Pablo o de Apolo, gritaba san Pablo, ¡somos de Cristo! Y cuidado que nos gusta atomizarnos, separarnos, autentificarnos como los únicos. Necesitamos formarnos también para conocernos y no navegar sólo por los sentimientos.

Este Año Santo, es de gracia, de conversión y de perdonanza, tanto para cada persona como para cada comunidad, y para nuestra Iglesia de Almería.  Todos peregrinamos hacia Cristo, nuestra Esperanza,

+ Antonio, vuestro obispo

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