PRIMER DOMINGO DEL ADVIENTO, por Ramón Carlos Rodríguez García

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Lecturas:  Is 63, 16c-17. 19c; 64, 2b-7. ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses! Sal 79. R. Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. 1 Cor 1, 3-9. Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Mc 13, 33-37. Velad, pues no sabéis cuándo vendrá́ el señor de la casa.

Inauguramos este nuevo ciclo litúrgico de la mano del evangelista San Marcos que nos guiará gustoso por los caminos de Jesús. Comenzamos además el tiempo de Adviento con la proclamación profética de Dios como Padre (Isaías). Una inusual expresión en el Antiguo Testamento que encontrará en Jesús su revelación plena. La terquedad del pueblo de Israel por apartarse de Dios y no el azar o el caprichoso destino, les ha llevado a la esclavitud. Reconociendo nuestra fragilidad como pueblo suyo, no dejemos de pedir en este tiempo de Gracia, la oportunidad de saber dirigir nuestra mirada al Dios que nos salva y que reclama nuestros corazones para aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos los hombres.

Este tiempo nos recuerda un aspecto fundamental de la fe cristiana: su carácter histórico. Vivimos la vida de Dios en la historia de los hombres, en nuestro devenir cotidiano. Es sumamente importante descubrir en nuestra sociedad, Iglesia y en el día a día, los signos actuales de la presencia y de la actuación de Dios. Los textos bíblicos, la Eucaristía del domingo, la caridad generosa, siempre desinteresada, sumergida en el anonimato junto con las múltiples semillas de esperanza que no dejan de germinar a nuestro alrededor, conforman un lienzo donde Dios se pasea con soltura y al alcance de todo corazón.

El evangelista nos propone una actitud para colorear el tapiz del sorprendente deambular de Dios. La esperanza como tarea. Insiste en permanecer vigilantes, despiertos. Cada cual ha de recrear y renovar su labor dentro de la comunidad cristiana, siempre al servicio del bien de la humanidad. No esperamos pasivamente. El fundamento de esta esperanza es la acción del Señor en nosotros. Cada día tiene que fermentar en todas las causas hermosas y justas que el mundo tiene pendiente frente a los sembradores de oscuridad y de violencia. La fe en Jesucristo no puede desentenderse de las preocupaciones humanas. Dile al Señor que pase, es el único que viene cuando todos se van. El que se queda cuando nos abandonan.

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

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