
La amenaza de DANA no impidió que cientos de personas se congregaran en la Catedral de la Encarnación de Almería para acompañar a Eduardo Henríquez y Manuel Piedra en su ordenación de Diácono y sacerdote respectivamente. Autocares procedentes de Laujar y Vélez rubio (parroquias donde los candidatos realizan su tarea pastoral) junto a familiares, amigos y casi un centenar de sacerdotes diocesanos almerienses y murcianos no quisieron perderse este gran paso para estos jóvenes que han dicho generosamente SI al Señor.
En el altar, los vicarios, canónigos, párrocos de los seminaristas y los sacerdotes que imponen la casilla y la dalmática a los candidatos. En el coro, los seminaristas de Murcia y Almería. Presidiendo la celebración, nuestro obispo Antonio que ordena por vez primera a un sacerdote en su nueva diócesis.
Una vez presentados los candidatos, D. Antonio pronunció su homilía en la que destacó el sentido profundo de las lecturas elegidas: la obediencia y el sufrimiento por la entrega a los demás. “La alegría de la entrega lleva aparejada las vicisitudes que lleva consigo esa vida derramada en Dios y hacia los demás. No seáis como los asalariados a quienes no les importan las ovejas. Debemos dar la vida por las ovejas. También por las que están fuera del redil”, afirmó el prelado almeriense.
Después llegarían los ritos principales: la imposición de manos, la oración de consagración y la unción con el santo crisma. Los sacerdotes amigos revistieron con la dalmática y la casulla a los ya nuevos ordenados y todos los sacerdotes dieron el abrazo de “hermano” al nuevo sacerdote diocesano. La Eucaristía, concelebrada por vez primera por el nuevo sacerdote y servida por el nuevo diácono, fue el culmen a esta ordenación que supone un hito importante en nuestra diócesis. La foto de familia y el beso de las manos ungidas del neo presbítero puso punto final a este esperado momento para la vida diocesana.