Te explico el Jubileo

Cada 50 años, salía el sacerdote tocando el yobel, (de ahí la palabra jubileo) una especie de trompeta hecha con un cuerno de cabra, y anunciaba un año de gracia, de alegría y de perdón a su pueblo. Era el Jubileo, que la Biblia lo narra el Levítico, en el capítulo 25, 8-55. ¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!

En la Iglesia Católica lo celebramos a partir del año 1300, pues muchos cristianos iban a Roma durante los centenarios del nacimiento de Cristo. Fue el Papa Bonifacio VIII quien instituyó el Jubileo cada 100 años, concediendo el perdón de los pecados a aquellos que se acercaran a Roma. En el año 1342 el Papa Clemente VI, redujo el periodo a 50 años, y San Juan Pablo II lo dejó en 25 años, para que todo el mundo, al menos una vez en la vida, pudiera participar en un Jubileo.

El Jubileo comienza con la apertura de la Puerta Santa. La primera fue abierta en San Juan de Letrán en el año 1425 por el Papa Martín V. La puerta abierta significa que se inicia un tiempo nuevo de acogida y de regreso a Dios Padre, a través de su Hijo. Cristo es la Puerta, es un tiempo de conversión, es un tiempo para volver a casa, a la Iglesia y para entregarse a los demás.

Este año nos ponemos en camino el domingo 29 de diciembre, que peregrinaremos desde la Iglesia de San Juan Evangelista a las 11:00 h. a nuestra Catedral con la “estación”, las cruces que se llevarán a las Iglesias jubilares de nuestra diócesis: Pechina, por San Indalecio, Abla, por San Segundo, Berja, por San Tesifón y Huércal-Overa, por el venerable Cura Valera.  Durante todo el año, aquellas comunidades que no puedan asistir a Roma podéis peregrinar a una de estas cuatro iglesias para ganar el jubileo. ¡Hacedlo en comunidad!

Visitando una de estas cuatro Iglesias Jubilares podremos obtener el don de la Indulgencia, el perdón de nuestros pecados. A los niños se les explica que cada vez que pecamos es como si clavamos un clavo en nuestro corazón. El sacramento del perdón, la confesión, nos quita el clavo, pero queda la marca en donde estuvo clavado. La indulgencia borra también el agujero. Para recibir la gracia de la Indulgencia debemos de cruzar la Puerta Santa en Roma o visitar una de nuestras cuatro iglesias, unirnos de corazón a toda la Iglesia recitando la profesión de fe (el Credo), acercarnos al Sacramento de la Reconciliación y compartir nuestros bienes y nuestra vida con los más necesitados. Son gestos de Fe, Esperanza y Caridad, que nacen del Corazón de Cristo.

La Bendición Papal con Indulgencia plenaria la impartiré al final de las Misas que presida en los Templos Jubilares: 10 de mayo en Abla; 15 de junio en Pechina; 13 de septiembre en Berja; 11 de octubre en Huércal-Overa.

Este año es un año de gracia, por tanto, de júbilo, pues somos ¡Peregrinos de Esperanza! Esto significa que el mal no vence, que debemos testimoniar la alegría del Evangelio, que debemos construir comunidad, que debemos ser miembros activos de la Iglesia. Peregrinar unidos, es ya un signo de esperanza para la Iglesia y para el mundo.

+ Antonio, vuestro obispo

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