Nos urge el amor

Carta de D. Adolfo González Montes, obispo de Almería, en el Jueves Santo

«Nos urge el amor»

Carta a los diocesanos con motivo del Jueves Santo

Jornada del Amor fraterno

Queridos diocesanos:

Sirva esta carta para invitar a todos en este Jueves Santo, confinados como estamos por causa de la pandemia de Coronavirus, a tomar conciencia de la necesidad de prever qué podemos hacer por los que salgan más desfavorecidos de esta terrible crisis de salud. Una crisis que ha arrastrado a tantas personas a la enfermedad y a muchos, que también se cuentan en millares, a la muerte.

De común acuerdo con mis colaboradores en Caritas Diocesana, quiero apoyar la constitución de un «Fondo de Solidaridad» que alivie las necesidades más perentorias de las familias más necesitadas, una vez que esta crisis pase. Hemos de pensar en la situación social, que ya se ve venir por las informaciones que nos llegan, una vez que acabe este confinamiento. Sin ninguna duda sobre ello, serán muchas las personas que van a salir desprovistas de trabajo y de medios de vida.

Para poder realizar el proyecto del Fondo de Solidaridad, necesitamos las donaciones de todos, por humildes que sean. Quiera Dios que las personas que más sufran la salida del confinamiento sean las menos posibles, y que no tengamos que soportar una nueva situación de carencia en la cual las familias más necesitadas, por sus bajos recursos y escasez de medios para sacar adelante el día a día del hogar, terminen de hecho en una situación de exclusión social. Pienso en estas familias en las que no habrá trabajo e ingresos, pero también en aquellas otras que, por haber rebasado una determinada edad, los padres ya no encontrarán el trabajo que se ofrece sólo a personas más jóvenes, aunque los progenitores sigan gozando de buena salud, habilidad y destreza suficientes para desarrollar los trabajos que han hecho siempre y conocen bien.

Jueves Santo es un buen día para renovar nuestro sincero deseo de renunciar a egoísmos y cálculos con los que nos solemos proteger, y dejarnos llevar, más bien, por lo que es mucho mejor: por el movimiento del corazón que se deja conmover por las palabras de Cristo que nos recuerda san Pablo: «Hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35). Este Jueves Santo escuchamos una vez más las palabras de Jesús en el lavatorio de los pies a sus discípulos: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13,34). Aunque no haya por razones sanitarias este lavatorio en la misa en la Cena del Señor, escucharemos estas palabras en la proclamación del evangelio.

Jesús pide a sus discípulos un amor igual al suyo, que consiste no sólo en compartir lo que se tiene, sino en compartir con los demás la vida misma que es de cada uno y propia. Se trata de entregar parte de uno mismo y, cuando así lo exija la circunstancia, darse por entero a los demás hasta hacer de la propia entrega el modo de existir en este mundo.

Hay quienes han hecho esta entrega vocación de vida, como quienes por la consagración a Dios son del todo de los demás. Lo hicieron, como nos recuerda san Agustín, los mártires, «ya que ellos pusieron en práctica aquel amor del que dice el Señor que no hay amor más grande»[1]. Refiriéndose a la participación en la mesa de la Eucaristía, dice el santo obispo que no podemos participar en ella sino correspondiendo del mismo modo a tal participación. Así los que tomaron de la mesa del Señor el cuerpo y la sangre que Él les ofrecía, también ellos ofrecieron sus vidas por amor al Señor. Nadie puede participar en la mesa eucarística sin conciencia de lo que la mesa del Señor pide de los convidados: que estén dispuestos a corresponder con la invitación que el Señor les hace y el manjar que les ofrece, dándose ellos mismos a los demás.

La Iglesia la formamos todos los fieles cristianos y tiene el magnífico instrumento de Caritas para poner la mesa a la que invitar a los hermanos, correspondiendo con ello a la invitación del Señor a sentarnos a su propia mesa. Seamos generosos como lo fue el Señor con nosotros, abriendo nuestro corazón a los que no tienen otro cobijo que el que nosotros mismos podamos ofrecerles. Haciéndolo así, seremos de verdad los imitadores del Señor que correspondemos a la invitación que nos hace a la mesa de la Eucaristía, pan de vida y bebida de salvación.

Almería, 9 de abril de 2020

Jueves Santo

                        X Adolfo González Montes

                                 Obispo de Almería

[1] Cf. San Agustín, Tratados sobre el evangelio de san Juan: 84, 1-2: CCL 36, 536-538.

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