La tarea de trabajar en la pastoral De las vocaciones sacerdotales

Carta Pastoral de Mons. Adolfo González, Obispo de Almeria, para el Día del Seminario.

Queridos diocesanos:

Las vocaciones al ministerio sacerdotal siguen siendo tarea indeclinable de cualquier Iglesia diocesana y esfuerzo prioritario de cualquier Obispo, porque sin ministros de la palabra y de los sacramentos no puede vivir la Iglesia de Cristo, ni podrá realizar esta la misión que Cristo le ha encomendado. El Señor ha querido que los sacerdotes le representen en la comunidad y prolonguen en el tiempo su ministerio de único Sacerdote de la nueva Alianza, por medio del cual hemos sido redimidos y recuperados para Dios.

El año pasado quiso el Señor bendecirnos con seis nuevas ordenaciones sacerdotales, que nos han llenado de alegría; y este curso en el que estamos contamos con tres nuevas vocaciones que Jesús ha querido atraer al Seminario, para llenar el hueco que dejan los nuevos sacerdotes a tres nuevos seminaristas mayores. A la veintena de jóvenes del Seminario Mayor, hay que sumar las dos docenas de jóvenes que componen el Preseminario y el internado del Seminario Menor, al cual dediqué el pasado año una carta pastoral, para mostrar la necesidad y conveniencia de contar con Seminarios menores.

El cultivo de las vocaciones es labor de todas las comunidades cristianas, particularmente de sus sacerdotes y diáconos, y es ocupación permanente del equipo vocacional del Seminario Conciliar, que se esfuerza para que, dentro de la Pastoral de las Vocaciones, en su conjunto, la vocación al ministerio sacerdotal sea percibida por los niños, adolescentes y jóvenes como una vocación que está llamada a ejercer verdadera fascinación en cuantos se dejen interpelar por Jesús; porque el Señor sale a su encuentro para decir a cada uno de los que llama: «Tú, déjalo todo y vente conmigo; y conocerás qué quiere Dios de ti y qué puedes hacer con él para llevar a los hombres de hoy a su amor y amistad».

El equipo vocacional de Seminario busca y proyecta modos y maneras de acercar la llamada de Jesús a adolescentes y jóvenes de primera juventud, que se abren a la vida con un montón de preguntas sobre sí mismos y sobre los demás, el mundo entorno, y la vida de la sociedad y la misión de la Iglesia. La tarea de este equipo es ayudarles a preguntarse si no sienten que Jesús los llamada, y acompañarles en el examen de conciencia que les permita descubrir aquellos signos que les lleven a descubrir que sí, que es verdad que Jesús les llama a colaborar con él y servir a los hombres sus hermanos. De este modo, el equipo vocacional les ayudará a identificar bien el servicio que Jesús pide de ellos.

Jesús a los que quiere llevar al Seminario no los llama para que se enrolen en una organización no gubernamental, en una tarea humanitaria de urgencia ni en un movimiento social, tareas todas muy atractivas, justas y en las cuales un joven puede prestar, al menos durante algún tiempo, un buen servicio a los demás; sobre todo, si supera la tentación de convertir estas tareas de humanidad en mera forma de ganarse él para sí mismo la vida. Nada de esto. Jesús llama a los que quiere para asociarlos a su misión, la que Él ha recibido del Padre y consiste en llevarles el amor que perdona y sana las heridas del pecado, en atraerlos a la nueva vida de la gracia, que discurre por el interior de las venas del alma. Los llama para que le ayuden a convocar e integrar en la Iglesia a los seres humanos, nuestros hermanos, a los que Dios ama con amor infinito, tanto como para haberles entregado a su propio Hijo, que ahora les asocia a ellos, a los que llama a colaborar con él, a su tarea de servicio «en las cosas de Dios».

Por eso el equipo vocacional del Seminario trabaja para decir a cada uno de los chavales que creen tener inclinación a las cosas de Dios que se dejen conducir por Jesús y se vengan al Seminario, la casa grande donde aprenderán a conocer aún mejor a Jesús, a seguirle y a colaborar con él. Que se abran al amor de Jesús, que les promete su amistad y se la entregará cada día, y les quiere hacer felices convirtiéndolos en amigos a los que nada oculta y con los que cuenta para su viña y su campo de mies, para su misión de seguir salvando al mundo ofreciéndole el amor de Dios.

Es así como el Seminario les enseñará a ser «pescadores de hombres», para dar a conocer a sus hermanos, los hombres y mujeres que son los de su tiempo y época, el sentido de la vida, que es un proyecto de amor de Dios por cada ser humano y encierra una promesa de felicidad infinita.

Con mi afecto y bendición.

+ Adolfo González Montes

Obispo de Almería

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