Homilía en la Misa de Exequias de D. Francisco Guzmán del Rey

Querida familia de D. Francisco. Recordamos especialmente a su hermana Eladia y a sus sobrinos. Querida comunidad de Santiago, Sr. Cura párroco. Sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosas y amigos que habéis venido a esta Eucaristía dominical en la que despedimos a nuestro querido hermano y rezamos por él, poniendo su vida en el altar de Dios.

 Hoy contemplamos a Jesús en el Evangelio que está por unas tierras extrañas, próximo a las ciudades independientes de Tiro y Sidón. ¿A qué fue? ¿Qué está haciendo? No se preocupan de contárnoslo los evangelistas, no tendría importancia. De sopetón aparece esta mujer inoportuna y pedigüeña. Una pesada, así la consideran los discípulos. Jesús no piensa lo mismo y la atiende atentamente. Aflora un cierto nacionalismo, semejante a lo ocurrido con la mujer samaritana de junto al pozo de Jacob. Es una excusa sin fundamento, de inmediato escucha a la mujer siro-fenicia. El lenguaje es espontaneo, sencillo, muy sincero, es una mujer sin entretelas. Muy decidida, eso sí.

En aquel tiempo el perro, como en nuestros pueblos, formaban parte del conjunto familiar. La mujer juega astutamente con estas vivencias suyas y sinceras. A Jesús su manera de expresarse le hace gracia. Admira su Fe y quiere que los demás sepan que fuera de Israel también hay gente buena. La mujer marcha habiendo conseguido la curación de su hija. Los discípulos quedaron admirados y este sencillo episodio lo recoge el evangelio. Me maravillan las actitudes pastorales de Jesús, actitudes que debemos tener todo sacerdote.

En la vida de D. Francisco y en su extensa actividad podemos descubrir estas actitudes. La primera vez que nos vimos salió del confesonario para saludarme. Se dedicó muchos años de su vida a escuchar y a ayudar. Antes de ayer fui a visitarle al hospital, así que me enteré que estaba ingresado. No podía ya hablar, pero si me contestaba con la cabeza y los ojos abiertos a cada pregunta. Le pregunté si estaba con paz, y agarrándose al rosario que tenía alrededor del cuello me dijo que sí con la cabeza. Me miraba, pero los ojos le vencían. Recé un buen rato junto a él.

 

Francisco Guzmán del Rey nació en Canjáyar (Almería) el 23 de junio de 1928, hijo de Eladio y Rafaela, fue educado en una familia cristiana y trabajadora. Sus cualidades intelectuales le llevaron a dedicar gran parte de su vida al estudio y la docencia. Para ello estudió Magisterio en la Escuela de Magisterio de Almería y durante un curso fue maestro interino de primera enseñanza en Almócita, pero para responder a la llamada del Señor ingresó en el Seminario de Granada en 1948, archidiócesis a la que pertenecía entonces su parroquia natal, recibiendo en su Facultad de Teología la formación sacerdotal.

 

Fue ordenado sacerdote en Manresa el 29 de julio de 1956, regresó a su diócesis de Granada para ser Vicario parroquial de Cádiar y encargado de Narila, siendo destinado al año siguiente como Cura encargado de Yégen y Yátor. En 1962 pasó a ser Cura Ecónomo de Torvizcón. Fue a partir de 1965 estuvo de Capellán de los españoles emigrantes en París para después recalar en Barcelona, la archidiócesis donde había recibido el Orden sacerdotal. Allí fue consecutivamente Vicario parroquial de las parroquias de Cristo Rey, Santa Isabel de Aragón y de La Purísima Concepción. Más tarde, mientras realizaba en la Universidad de Barcelona sus estudios de Filosofía pura y Psicología, estuvo de Capellán de las Misioneras del Santísimo Sacramento.

 

En 1980 regresó a nuestra tierra para trabajar en la diócesis de Almería, aunque sin perder su incardinación en la archidiócesis granadina. Nombrado Cura Párroco de Instinción y Capellán de Colegio Stella Maris de Almería, posteriormente en 1987 fue nombrado Párroco de Barranquete, Los Albaricoques y Ruescas en Níjar. En 1989 quedó encargado de Cabo de Gata y sus Salinas, Ruescas y Pujaire, De 1994 a 1997 fue Director espiritual de la Adoración Nocturna Española y varios años más Consiliario de la Unión Eucarística Nacional Reparadora. En 1997 quedó adscrito a la parroquia de San Pedro Apóstol de Almería hasta 2002 aunque en 2001 durante unos meses fue administrador parroquial de su parroquia natal de Canjáyar.  De 1989 a 2003 fue Párroco de Santa Fe de Mondújar, aunque después hasta 2009, siguió atendiéndola como Administrador parroquial.

D. Francisco fue un lector voraz, amante de la dialéctica y del diálogo filosófico, era un hombre centrado en Dios. Su amor por la docencia le llevó a ser catedrático de Filosofía en el Instituto Celia Viñas de la capital y profesor de Lógica en el Seminario diocesano de Almería. En los últimos años de su vida ha colaborado en esta parroquia de Santiago Apóstol de Almería, pasando largas horas en el confesionario atendiendo la dirección espiritual de sacerdotes, religiosas y laicos. Hasta el final de su existencia Dios le ha mantenido muy viva la facultad intelectual y una memoria lúcida, y tras una breve enfermedad falleció ayer 19 de agosto de 2023, a los 95 años y 67 de vida sacerdotal. ¡Damos gracias a Dios!

Hermanos ¡Ya quisiéramos la fe de la mujer cananea! Sabía que, Jesús, podía colmar con creces sus expectativas. Era consciente que, detrás de una oración confiada y continua, se encontraba la clave de la solución a sus problemas. La grandeza de esta mujer no fue su oportuno encuentro con Jesús. La suerte de esta mujer es que su fe era nítida, inquebrantable, confiada, transparente, lúcida y sencilla. No se dejó vencer ni por el cansancio ni, mucho menos, por el recelo o recelo de los discípulos.

A muchos de nosotros, en la coyuntura que nos toca vivir, puede que estemos tan acostumbrados a la acción/respuesta que no demos espacio a que las cosas reposen y se encaucen. Dicho de otra manera; no podemos pretender que nuestra oración alcance la respuesta deseada en el mismo instante en que la realizamos. Leía un día que…

–La fe cuando es sólida y verdadera se convierte en una poderosa arma capaz de vencer todo obstáculo.

–La fe cuando es confiada, sabe esperar contra toda esperanza

–La fe cuando es insistente, se convierte en un método que nos hace pacientes y nos ayuda a no desesperar.

Todos, incluidos los que venimos domingo tras domingo a la eucaristía, incluidos los sacerdotes, necesitamos un poco del corazón de la cananea. Un corazón sea capaz de contemplar la presencia de Jesús. De intuir que, en la Palabra que se escucha y en el pan que se come, podemos alcanzar la plenitud espiritual y material para nuestro existir.

La belleza de las estalactitas y las estalagmitas, la verdadera amistad, la fe profunda se producen en la incesante persistencia a lo largo de los años. Constancia, hábito, petición, acción de gracias, súplica, confianza es el tiempo necesario e insistente con el que vamos golpeando, no a Dios, sino a nuestro mismo interior para moldearlo y darle la forma que Dios, cuando quiera y como quiera, dará.

 

Querida comunidad, pedimos por D. Francisco, y ponemos toda su extensa y fructífera vida en el altar de Dios, ahí donde todos los días los sacerdotes ofrecemos la vida de nuestra comunidad y donde nos alimentamos para seguir entregando la nuestra. Descanse en Paz.

 

Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol de Almería

Domingo 20 de agosto de 2023, a las 17:00 horas

XX domingo del Tiempo Ordinario “A”

 

Contenido relacionado

Enlaces de interés