Homilía en la fiesta de Nuestra Señora del Pilar

Querida comunidad congregada para celebrar la Eucaristía.

Sr. Coronel, dignas autoridades civiles, militares, judiciales y académicas, que habéis venido a esta celebración.

Especialmente hoy un saludo entrañable al Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil. Entrañable porque forma parte de la historia de mi familia, ya que mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre fueron guardias civiles y yo nací en un cuartel.

Hoy, Día de la fiesta Nacional, celebramos en todas las diócesis de España la Fiesta del Pilar siguiendo una más que milenaria tradición de devoción y amor a la Virgen bajo esta advocación tan querida por todos los españoles y los pueblos de hispano-américa. En todos los seminarios de España está la virgen del Pilar.

La devoción de los guardias civiles a la Virgen del Pilar, tiene su origen en el año 1864, cuando el sacerdote D. Miguel Moreno colocó la virgen en la recién estrenada capilla del Colegio de Huérfanos de Valdemoro. El Boletín Oficial del Cuerpo la nombró patrona de todos los colegios de guardias jóvenes el 24 de septiembre de aquel mismo año.

Con el tiempo, los guardias procedentes del Colegio fueron extendiendo la devoción a la “Pilarica” por toda la geografía nacional. Esta circunstancia fue determinante para que el rey Alfonso XIII firmara la orden del patronazgo el 8 de febrero de 1913.

Queridos hermanos

Hoy, al celebrar la Virgen del Pilar,

  • Queremos, de corazón, agradeceros todo el esfuerzo y entrega que realizáis por el bien del pueblo. Vosotros, con las demás fuerzas del estado, conseguís que vivamos en paz y protegéis la unidad. Todos os estamos agradecidos.
  • También hoy, al celebrar el Pilar, de nuevo miramos y profundizamos en los cimientos de nuestra fe: todo nuestro edificio y entramado espiritual está levantado sobre la roca de los apóstoles. Y, María, no vive ajena a esa roca, como hemos proclamado en el Evangelio.

El Pilar es precisamente un renovado deseo de fortalecer nuestra fe en Jesucristo. La estampa de María, consolando y animando a orillas del Ebro a Santiago, un Apóstol descorazonado (como tantas veces estamos nosotros) y al parecer derrotado, tal como nos relata una antigua tradición, es todo un símbolo de la importancia decisiva de la Virgen en nuestro crecimiento espiritual y en nuestro testimonio en medio del mundo, también nosotros necesitamos ser acariciados por la mano de esta Madre. Todos los días, en nuestros desvelos, luchas, fatigas, decaimientos, abatimientos y contrariedades, –también en estos tiempos tan confusos y de guerra– María pone un pilar debajo de nosotros –que nos sustenta– para que no renunciemos a vivir unidos y en paz hasta los últimos rincones de nuestra tierra, de nuestra vida y de nuestras relaciones personales.

Si rememoramos nuestra historia, la Virgen del Pilar, evoca desde los inicios la aceptación del Evangelio en los tiempos de la Hispania” romana, fructificando en el nacimiento de numerosas Iglesias Particulares (nuestras diócesis de Almería es una Iglesia Apostólica), unidas por el martirio de muchos de sus hijos y por unos vínculos estrechos de comunicación y comunión eclesiales, nunca interrumpidos, ni en los momentos de cruz ni en los momentos de paz. Y esto que está en el tuétano de nuestro ser no lo podemos hoy echar por la borda.

También, la devoción a María, alentará ese gran período que fue la época visigótica de la Iglesia en España que a través de los Concilios de Toledo y de los Padres hispanos de la Iglesia, [recordemos a San Isidoro de Sevilla] transmitieron luz doctrinal, normas pastorales y contribuciones espirituales y litúrgicas a toda la Iglesia de Europa en el momento crucial de la evangelización de aquellos, para nosotros, nuevos pueblos del norte.

El amor a la Virgen guiará después a todos los españoles de los nuevos Reinos hispanos, que nacen en la encrucijada entre el primer milenio y el segundo milenio, en su propósito de salvaguardar las raíces de la España cristiana. Es un proceso histórico sin par de búsqueda de unidad, que suele designarse con el nombre de “Reconquista”.

Y, finalmente, Ella, será la estrella de la Evangelización en esa gran misión americana, que da sus primeros pasos, no sin una providencia particular, un día del Pilar. Por eso en este día celebramos, los españoles, nuestra Fiesta Nacional recordando sin duda la fecha histórica del descubrimiento de América aquel 12 de octubre de 1492: un hecho que ha definido, como ningún otro, la decisiva aportación española a la configuración moderna de la comunidad internacional.

Nosotros, España, somos un pueblo que debemos de estar orgullosos de los mejores momentos de nuestra increíble historia, somos un pueblo que estamos orgullosos de nuestra pluralidad y de todas y cada una de nuestras tierras y pueblos, y nada ni nadie podrá arrebatarnos esta riqueza que es de todos. En palabras del Cardenal Fernando Sebastián: “…el separatismo se compagina mal con el Evangelio. Separarse ¿por qué y para qué? ¿Por qué somos mejores? ¿Por qué vamos a vivir mejor? No parecen razones muy cristianas.”

Hagamos pues hoy de nuestra profesión de amor a María, la Virgen, nuestra, súplica y nuestra plegaria dirigida a Ella bajo la advocación del Pilar, tan entrañablemente hispana y americana, para que la Iglesia en España y cada uno de nosotros sepamos renovar nuestra unidad y nuestra fidelidad a Jesucristo, que es el verdadero Señor de la Vida y de la Historia.

¡Feliz día de nuestra Virgen del Pilar!

Almería, 12 de octubre de 2023

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