La cuaresma, con paso lento, nos ha ido preparando para la Semana Santa. Es importante el camino de la cuaresma, donde nos vamos renovando por dentro, como lo fue para aquellos primeros cristianos que se preparaban para recibir el bautismo, en aquellas largas Vigilia Pascual, la celebración de las celebraciones.
Estoy deseando vivir por primera vez nuestra Semana Santa, con sus celebraciones, rituales y procesiones, manifestación pública de la fe de un pueblo. He ido viendo cómo las hermandades preparabais estos días con maestría todo lo necesario para que luciese en todo su esplendor, vuestro Cristo y vuestra Virgen Santísima, según las distintas advocaciones.
He visto como los costaleros y las bandas de música ensayabais durante el mes de marzo y como muchos jóvenes, mujeres y hombres, adornabais con hermosas telas, candelabros de plata y centros florales los altares que ponían en valor vuestras imágenes santas, vestidas con tanto primor. Arte y devoción en una simbiosis difícil de separar. Los sentimientos, la memoria familiar y la delicadeza se hacen oración en la búsqueda de la belleza y de la perfección. Hay que educar la mirada para poder comprender tanta finura.
Escuché en la radio, unos días atrás, que la Semana Santa de Almería es distinta a cualquiera otra de nuestras provincias hermanas. Lo vamos a demostrar. Y la viviremos en las celebraciones del Domingo de Ramos, del Jueves Santo, día del amor fraterno, y del Triduo Pascual. Y buscaremos encontrarnos con ella en sus templos, en sus calles, en la madrugada, en las tardes y las noches… donde los penitentes y todas las personas que la contemplen desde las orillas, puedan al menos preguntarse: ¿Por qué? ¿Qué sostiene la fe de este pueblo?
Hacernos las preguntas necesarias sobre la raíz y el origen que sostiene nuestra Semana Santa es fundamental para no vaciarla de sentido, para que siga siendo la expresión de la fe que nos han trasmitido hasta estos días nuestros mayores. Sé que las Hermandades estáis buscando este camino, fundamento del recorrido que hacéis por las calles de nuestra ciudad. Pienso, que después de dos duros años de viernes santo, vividos con santa paciencia y sueños contenidos, nos merecemos celebrarlo. ¡Ánimo y Adelante!
+ Antonio Gómez Cantero, obispo de Almería
