En esta importante celebración del discípulo amado, se recordó que fue un testigo cercano e íntimo del misterio de Cristo. Su vida, sus escritos y su testimonio nos invitan a reflexionar profundamente sobre el amor de Dios y nuestra respuesta a ese amor. En esta ocasión, la fiesta de San Juan se celebró en el rito hispano-mozárabe que es una de las liturgias cristianas más antiguas y que tiene sus raíces en las prácticas cristianas de la antigua provincia romana de Hispania. Constituye una tradición rica en gestos y ritos únicos que reflejan las raíces cristianas de esta región, anterior a la dominación musulmana y posterior a la reconquista. Diferente del rito romano, la liturgia mozárabe tiene una estructura y secuencias propias, incluyendo una mayor variedad de himnos, oraciones y antífonas.
Durante su homilía, D. Antonio destacó que “San Juan nos recuerda que la señal distintiva de un discípulo de Cristo es el amor, amaos como yo os he amado. En sus cartas nos insiste; “quién no ama no ha conocido a Dios porque Dios es Amor”. Amar a Dios y a nuestro prójimo son dos realidades inseparables. Este mensaje es especialmente relevante en un mundo que con frecuencia se divide por el odio, el egoísmo y la indiferencia. Pidamos al Señor que renueve en nosotros el compromiso de amar como Él nos amó; con un amor que no busca recompensas, que se sacrifica y que perdura en las dificultades”.
Por otro lado, una de las características más destacadas de esta Eucaristía es la fracción del pan. Siguiendo la tradición, el Obispo parte el pan consagrado y, mientras coloca las partículas en forma de cruz sobre la patena, va evocando los misterios de Cristo que se celebran en el año litúrgico. En esta imagen se puede apreciar su estructura:
Para finalizar la Eucaristía continuando con las particularidades del rito, se hizo entrega de un pan a todos los presentes, al igual que se hacía antiguamente. Este pan se entregaba a las familias y personas más vulnerables, simbolizando un acto de caridad y amor a la comunidad.
Cabe destacar que toda la preparación musical la ha realizado el seminario, es decir, los futuros sacerdotes y presbíteros de nuestra Diócesis y que ya ellos mismos valoran e intentan vivir esta celebración. D. Ramón Carlos, párroco de San Juan Evangelista ha expresado que “la misa en rito hispano-mozárabe no es solo un memorial, es un regalo. Poder compartir una liturgia con aquellas personas que nos precedieron en la fe en momentos muy difíciles y en momentos en los que, como San Juan, estuvieron y fueron testigos y partícipes de la Cruz”.
Además, ha destacado que “es un regalo para la Diócesis, para los cristianos católicos de Almería y para la Parroquia de San Juan Evangelista. Espero que cada año más personas puedan disfrutar y rescatar este espíritu de la liturgia que ya aquellos cristianos nos recordaban lo importante que era para ellos, porque no hay que olvidar que lo vivieron bajo persecución y no dejaron de celebrar la Eucaristía. Hoy día todo nos empuja a poder ir a misa y no vamos, por lo que ellos nos recuerdan que hacían todo lo posible por la celebración”.
Finalmente, ha manifestado lo siguiente: “Deseo que esta Eucaristíaía le haga bien a todas las personas y se sientan en comunión con toda la Iglesia Católica y con todos los cristianos que nos han precedido y vivan este acontecimiento como un regalo de Dios”.