
El Jueves Santo es un día grande para la Iglesia en el que comienza el triduo pascual y celebramos la última cena de Jesucristo que muestra su amor desbordante. En la Eucaristía de este día vivimos tres acontecimientos: la institución de la Eucaristía, la institución del Orden Sacerdotal y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna. Tres acontecimientos colmados de amor.
La lectura del Evangelio de San Juan de este año comienza presentándonos la esencia del ministerio de Jesucristo, “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”, y termina encargándonos lo que debemos hacer, “os he dado ejemplo para lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis”. Todos y cada uno de nosotros somos amados por Dios, y estamos destinados al amor hacia los demás, especialmente a los hermanos que más sufren.
Conviene tomarnos el tiempo necesario para prestar atención sobre lo que nos quiere decir Jesús hoy, en medio de los múltiples y variados sentimientos y circunstancias que rodean nuestra vida. ¿Qué me pide el Señor?
Algunos testimonios nos ofrecen pistas para responder a esta pregunta; Santa Teresa de Calcuta nos dice que “el amor empieza hoy. Hoy alguien sufre. Hoy alguien duerme en la calle. Hoy alguien pasa hambre. Hoy es cuando tenemos hacer algo”. Y San Ignacio de Loyola decía “en todo amar y servir”. Y es que amar y servir son palabras inseparables. El servicio sin amor no es nada, y el amor sin servicio es menos todavía. Y el Papa Francisco nos dice que “debemos tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir el sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar”.
No hablamos, por tanto, de un amor abstracto. Seguir el ejemplo de Jesús significa comprometernos como Él, en la construcción de un mundo más justo y humano, mediante la puesta en práctica de acciones concretas que muestren la confianza en el amor de Dios y la solidaridad con las necesidades de nuestros hermanos, en especial, los descartados y olvidados de nuestras sociedades.
Es una alegría ver a tantas personas y organizaciones que, teniendo el Amor como referencia, viven cada día comprometidas con la mejora de las condiciones de vida de miles de seres humanos que no pueden llevar una vida digna, atrapados por la pobreza y el hambre de todo tipo. Las pastorales de migraciones, penitenciaria, salud, trabajo, ecología, acción social y caritativa son buenos ejemplos en los que podemos encontrar un lugar donde realizar nuestro compromiso.
Que el Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, nos sirva de estímulo para aumentar el amor al mundo, así tendremos más posibilidades de comprometernos y de transformarlo.
José Juan Moreno Martínez, Delegado diocesano de Manos Unidas