
Hoy, Jueves Santo es día de celebración para nosotros los cristianos: celebramos la Eucaristía al recordar la Última Cena del Señor, celebramos la institución del sacerdocio cuando Jesús le encarga a sus discípulos continuar con su misión, y celebramos el día del amor fraterno, ejemplificado en el lavatorio de los pies.
El evangelio de Juan nos muestra cómo Jesús en la Última Cena se levanta de la mesa, se quita el manto y se ciñe una toalla, para seguidamente lavar y secar los pies a los discípulos. Él, siendo llamado “el Maestro” y “el Señor”, se puso a servir dando ejemplo de humildad e invitándoles a lavárselos unos a otros.
Muchas veces pensamos en la Navidad como la época en la que surgen los buenos sentimientos, la entrega a los demás, y el encuentro con la familia, y sin duda lo es; pero no es menos cierto que el Jueves Santo es el día para celebrar el amor fraterno, el amor sin medida, el amor hacia nuestros hermanos y hermanas desde la humildad y el servicio, desde la acogida y cercanía de ser parte de una comunidad.
Este sentimiento de amor fraterno nos invita a ver el rostro del prójimo en todas las personas que sufren, que necesitan ser escuchadas, que piden ser acompañadas, que interpelan ayuda, que demandan consuelo.
En base a ese amor fraterno que celebramos cada Jueves Santo, los voluntarios y las voluntarias de Cáritas, así como trabajadores y trabajadoras de nuestra entidad, realizamos un servicio asistencial de acogida y atención a las personas en situación de pobreza, llevando a cabo, además, proyectos y actuaciones que mejoran su formación, orientándolos profesionalmente, y promocionando el acceso a una vivienda y empleo dignos; en definitiva, a mejorar las condiciones sociales y laborales de personas en situación de vulnerabilidad.
Este Jueves Santo intentemos mirar a las personas que lo necesitan con una mirada fraterna. Os invito a que realicemos un gesto solidario y de amor a las muchas personas que se encuentran en situación de pobreza y exclusión social, que nos esforcemos por trabajar derribando fronteras geográficas, culturales y sociales, y que acojamos “al otro”, independientemente de dónde venga, que rostro tenga, o que lengua hable.
Salgamos al encuentro del necesitado, caminemos apoyando al que necesita amparo y dispongámonos a cuidar a los más débiles con ternura, realizando como dice el Papa Francisco “una caridad efectiva y eficaz”.
Cuando esta Semana Santa estemos en nuestras calles viendo las bellas procesiones que las recorren, sintamos en nuestro corazón el impulso y la alegría de querer formar parte de una misión a la que Jesús nos invitó, la de ser humildes y servidores, teniendo presente que los pobres y excluidos son los destinatarios privilegiados del Evangelio. Trabajemos por la dignidad y los derechos de todos.
Es Jueves Santo. Es tiempo de encuentro con el hermano y hermana que sufre, es tiempo de servicio al necesitado. Es tiempo de amor.
María Carmen Torres
Directora de Cáritas diocesana