HOMILÍA EN EL DIACONADO DE JESÚS RICO: “Es más fácil seguir a los ídolos seductores que al Dios del servicio callado y gratuito”

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Números 3,5-9 Hará guardia… prestando el servicio del Santuario; Salmo 88 Anunciaré tu fidelidad por todas las edades; Hechos 6, 1-7b Buena fama, espíritu y sabiduría; Lc 22, 24-27 Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve

Queridas comunidades de Purchena, Somontín, Suflí, Sierro y Urracal, con vuestro párroco Antonio y Jesús vuestro seminarista en pastoral, que con tanto cariño le habéis preparado esta celebración de su diaconado. Queridos padres: María Paz y Jesús, que con vuestra familia y amigos venís a la ordenación de vuestro hijo. Recibid mi enhorabuena y mi cariño. Sr. Alcalde D. José Luis. Sr. Párroco y comunidad parroquial de Santa Teresa de Almería, que habéis venido a acompañar a Jesús. Diácono y diáconos permanentes. Sacerdotes de nuestra diócesis y los que os habéis acercado de fuera. Sr. Rector y seminaristas. Hermanas de Serón. Queridos Vicario General y Vicario de Pastoral. Jóvenes, de estas comunidades parroquiales. Hermanas y hermanos todos.

La iglesia que camina en Almería se alegra hoy por la ordenación al Diaconado de Jesús y damos gracias a Dios por haberle elegido y a todas las personas que ha puesto en su camino y le han cuidado hasta este momento. Su vocación, ha ido fraguándose a lo largo de su vida como la de tantas personas que han sentido la llamada de Dios, ya sea en el matrimonio, en el seguimiento comunitario de los consejos evangélicos, en el diaconado o en el sacerdocio y que se han se han preguntado: “Señor, ¿dónde puedo servir más y mejor? Os aseguro que seguir con radicalidad la voz del Señor no es tarea fácil. Pero su gracia es la fuerza y el empuje que necesitamos en cada momento, ya sean de dificultad o de gozo. Ante mi debilidad, me basta tu gracia, decía San Pablo. Todo lo puedo en aquel que me conforta.

Su vocación, ha ido fraguándose a lo largo de su vida como la de tantas personas que han sentido la llamada de Dios, ya sea en el matrimonio, en el seguimiento comunitario de los consejos evangélicos, en el diaconado o en el sacerdocio y que se han se han preguntado: “Señor, ¿dónde puedo servir más y mejor?

La primera lectura que has elegido del Antiguo Testamento nos habla de servicio. Pero antes de nada dice: “Harás guardia…”  quizás hemos olvidado en nuestro ministerio este mandamiento: estar atento, en este caso en el libro de los Números “para prestar el servicio del Santuario”.

Entre las lecturas propuestas para esta celebración, ésta, referida a los hijos de Leví, es una de ellas. Pero el Señor da plenitud al Antiguo Testamento. No te vas a dedicar a los vasos sagrados, ni a los manteles, ni a los candelabros… sino a las personas. Cada uno de nosotros somos el Santuario donde Dios habita.

Esta novedad de Jesucristo, nos obliga a una relectura del ministerio. El diácono hace guardia (como los levitas) atento a las necesidades de los santuarios vivientes. Las necesidades de las primeras comunidades griegas, hizo que los apóstoles designaran a los 7 diáconos, de los cuales Esteban, el primero de ellos, fue también el primer mártir.

Recordemos la pregunta: ¿Dónde puedo servir más y mejor? Este cuestionamiento vocacional nos lleva a poner nuestros ojos en el Señor.  ¡Harás guardia! Dice el Señor. ¡Vigila! los santuarios vivos que te rodean y responde a sus necesidades.

La elección de los diáconos en la primera comunidad de Jerusalén, fue muy cuidada. Personas de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, hemos proclamado en la segunda lectura de los Hechos. La Plegaria de Ordenación, mientras la imposición de manos, ruega que “resplandezca en ti un estilo de vida evangélico, un amor sincero, solicitud para los pobres y los enfermos…” Querido Jesús, ¿cómo podremos alcanzar este camino de tanta perfección? La misma plegaria lo dice: “…imitando en la tierra a tu Hijo que no vino a ser servido sino a servir”. Otra vez entroncamos con la primera lectura: “Harás guardia … prestando el servicio del Santuario” y con el evangelio proclamado: “Estoy en medio de vosotros como el que sirve”.

Es bueno que los presbíteros participemos en las ordenaciones de los diáconos para acompañaros y para remover el rescoldo de nuestra conciencia y no olvidar los compromisos que hemos hecho cuando fuimos ordenados de diáconos. A veces, la inmediatez de los acontecimientos nos impide volver al amor primero.

Hoy el salmista grita: “¡Anunciaré tu fidelidad por todas las edades!” que nos obliga también a nosotros ser fieles, amor con amor se paga, como dice la oración de comunión: “…siendo siempre fieles ministros del Evangelio, de los sacramentos y de la caridad”.

Hoy comenzamos la novena de la Virgen del Carmen, tan querida entre vosotros. El monte Carmelo, está a orillas del mar, levantado como un faro, protegiendo el puerto en la bahía de Jaifa, de ahí que la virgen del Carmen sea patrona de los marineros. Ellos en los momentos de tempestad miraban y buscaban la roca firme. El monte Carmelo es también lugar de fidelidad a Dios: en aquella encarnizada competencia entre los sacerdotes de Baal y el gran profeta Elías, Dios siempre vence. No lo olvides, es más fácil seguir a los ídolos seductores que al Dios del servicio callado y gratuito. Salomón afirmaba que poseer la “belleza del Carmelo” significaba ser bendecido por Dios. Finalmente, el monte Carmelo fue un lugar de oración donde los eremitas horadaron la montaña para dedicarse a la oración y a la lectura de la Palabra de Dios, hasta el siglo XII, guardianes de la Virgen del Carmen, o del monte Carmelo.

No lo olvides, es más fácil seguir a los ídolos seductores que al Dios del servicio callado y gratuito

Querido Jesús, te pongo bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, pues la tarea es inmensa, sé faro y guía, como el monte, para llevar a buen puerto a aquellos que debes de servir. Arraiga tu fidelidad, en el Señor, abrigada en tu comunidad, y no en el individualismo ni en los falsos dioses. No estarás solo, te protegerán los santos diáconos. Aliméntate en la oración y en la Eucaristía y serás provocación y belleza (es decir, una llamada intensa) por el testimonio de tu dedicación plena por el celibato. El Señor te bendiga y acompañe. ¡Ánimo y adelante!

+ Antonio, vuestro obispo 

Parroquia de Purchena 8 de Julio de 2023

 

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