HOMILÍA DEL OBISPO DIOCESANO EN LA FIESTA DE SAN INDALECIO

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Los primeros Evangelizadores fueron enviados por los apóstoles por todos los confines de la tierra, como nos lo explica los Hechos de los Apóstoles y las tradiciones más antiguas. Y de estos escritos sabemos   que otros salieron de sus tierras a causa de las persecuciones y de las guerras. Fueron portadores de la paz, porque aquellos que consideramos mártires, no murieron luchando sino perdonando.

Ayer, nuestro Papa León, se reunió con las Iglesias de Rito Oriental que celebraban en Roma su Jubileo de Esperanza. Comunidades que en este momento están viviendo la persecución y el martirio. Dijo el Papa: Pienso en la historia gloriosa y en los duros sufrimientos que muchas de sus comunidades han padecido o padecen … en nuestros días muchos hermanos y hermanas orientales, entre los que se encuentran varios de ustedes, obligados a huir de sus territorios de origen a causa de la guerra y de las persecuciones, de la inestabilidad y de la pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder, además de su patria, también su identidad religiosa.

Recuerdo, cuando era Consiliario Internacional de la Acción Católica de los Niños, tuve un encuentro con un grupo de adolecentes de Armenia, fue en diciembre de 1994. Estos jovencitos me contaban que se jugaban la vida todos los domingos para ir a Misa. La celebraban de noche y en la clandestinidad. Yo les pregunté si valía la pena jugarse la vida para celebrar la Eucaristía. Uno de ellos me dijo con firmeza: si padre, la fe es la mejor herencia que hemos recibido de nuestros padres y a su vez ellos de nuestros abuelos y así hasta el principio, cuando en el siglo I llegaron los evangelizadores. Estas comunidades aún celebran la Misa en arameo, la lengua de Jesús.

¿Quién, pues, más que sus iglesias, puede cantar palabras de esperanza en el abismo de la violencia? ¿Quién más que ellas, -dice el Papa-  que conocen de cerca los horrores de la guerra, hasta el punto de que el Papa Francisco llamó a estas Iglesias «martiriales» Es cierto: desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde el Líbano hasta Siria, desde Oriente Medio hasta Tigray, (región de Etiopía) y el Cáucaso, ¡cuánta violencia! Y sobre todo este horror, de tantas vidas jóvenes masacradas, que deberían provocarnos indignación, porque, en nombre de la conquista militar, son personas las que mueren. Ante esto se alza un llamamiento: no tanto del Papa, sino de Cristo, que nos repite: «¡La paz esté con vosotros!»

La paz no es el silencio de los cementerios.  Los pueblos quieren la paz y yo, con el corazón en la mano, -decía nuestro Papa León- digo a los responsables de los pueblos: ¡encontremos, dialoguemos, negociemos! La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben callar, porque no resuelven los problemas, sino que los aumentan; porque pasarán a la historia quienes siembran la paz, no quienes cosechan víctimas; porque los demás no son ante todo enemigos, sino seres humanos: no son malos a quienes odiar, sino personas con quienes hablar. Rechacemos las visiones maniqueas típicas de los relatos violentos, que dividen el mundo entre buenos y malos.

El Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Australia, y que en esta última década se ha convertido en un termómetro fidedigno de las situaciones de guerra y la actitud de confrontación en la que se encuentra medio mundo, publicó el 4 de enero de este año, estos datos:

  • alrededor del planeta se encuentran 56 conflictos armados activos, una cifra que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial.
  • aunque muchas de esas confrontaciones –dice el estudio- están relacionadas con conflictos internos en algunos países, lo que más preocupa es que es demasiada alta la cifra de confrontaciones más allá de las fronteras y está involucrando a 92 países. (aunque no salgan en neustros medios de comunicación)

El Papa león XIV, levantó la voz para decir: la Iglesia no se cansará de repetirlo: que callen las armas. Y quiero dar gracias a Dios por todos aquellos que, en el silencio, en la oración, en la entrega, tejen tramas de paz; y a los cristianos —orientales y latinos— que, especialmente en Oriente Medio, perseveran y resisten en sus tierras, más fuertes que la tentación de abandonarlas. A los cristianos hay que darles la posibilidad, no solo con palabras, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. ¡Os ruego se comprometan por esto!

La evangelización (también en la que estamos empeñando en este tiempo) o es portadora de paz o no llevamos a Cristo, sino nuestras ideologías. Quizás se nos olvida, cuando celebramos a San Indalecio, en nuestra diócesis regada por la sangre de los mártires a lo largo de estos veinte siglos, que, gracias a ellos, mantenemos esta preciada herencia, que me decía aquel muchacho de Armenia, y que espero que aquel grupo de catorce muchachos sigan viviendo y no se encuentren entre los mártires que tanto celebramos con una cierta inocencia.

Catedral de Almería, 15 de mayo de 2025

+ Antonio Gómez Cantero

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