El Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Adolfo González Montes, Obispo de Almería, erigió la semana pasada mediante decreto el movimiento apostólico “Divina Misericordia” en la diócesis, constituyendo a dicho movimiento en asociación pública de fieles. Sus miembros quieren servir a la Iglesia Católica en la nueva evangelización y extender el reino de amor y misericordia de Jesucristo, además de difundir y fomentar la espiritualidad y el culto a la Divina Misercordia.
Se trata de una devoción que comenzó a esparcirse por el mundo a partir del diario de una joven monja polaca, María Faustina Kowalska, en 1930. Una religiosa que sin educación básica, en obediencia a su director espiritual, escribió un diario de alrededor de 600 páginas que relatan las revelaciones que ella recibió sobre la Misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en 1938 se comenzó a esparcir la devoción a la Divina Misericordia.
El mensaje llama a las personas a un entendimiento más profundo sobre el Amor ilimitado de Dios y la disponibilidad de este Amor a todos, especialmente a los pecadores.
Esta devoción entró en la diócesis de Almería debido a la influencia de algunas diócesis colindantes, donde el movimiento apostólico ya estaba asentado. Sus miembros comenzaron a reunirse en algunas de las parroquias de la capital almeriense, como son el caso de San Sebastián y San José, para rezar la “coronilla” de la Divina Misericordia. Una vez que el número de feligreses aumentó en torno a esta espiritualidad, se vio la necesidad de organizarse hasta que, el pasado 13 de septiembre, el prelado de la diócesis lo erigió como asociación pública de fieles.
El primer elemento de la Devoción a la Divina Misericordia que fue revelado a la Hermana Faustina fue la Imagen, el 22 de Febrero del 1931. Jesús se le aparece con rayos de luz irradiando desde su Corazón y le dice:
"Pinta una imagen según el modelo que vez, y firma: "Jesús, en ti confío". Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero." (Diario 47)
"Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerta. Yo Mismo la defenderé como Mi gloria." (Diario 48)
"Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Este recipiente es esta imagen con la firma: Jesús en Ti confío". (Diario 327)
"Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica las almas. EL rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…"."Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizado fue abierto en la cruz por la lanza."
"Estos rayos protegen a las almas de la indignación Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, por que no le alcanzará la mano justa de Dios." (Diario 299)
"No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia." (Diario 313)
"A través de esta imagen concederé muchas gracias a las almas, ella ha de recordar a los hombres las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil." Diario (742)
En estos textos se explica la doctrina de la Iglesia en cuanto a imágenes, la justificación y la gracia. Primero, por si sola una imagen es meramente una pintura, no importa cuan hermosa y expresiva. Sin embargo, puede señalarnos los misterios de la fe y disponernos a recibir aquello que representan, en este caso la Divina Misericordia.
La imagen también nos recuerda que la salvación no es sólo por la fe, pero por obras y caridad también. Hay que tener fe para ver y creer en lo que significa la Imagen, la Divina Misericordia derramándose de Cristo en la Cruz. Pero hay que ser misericordioso, el amor que va más allá los estrictos requisitos de la justicia, para atraer la Misericordia hacia sí mismo. “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" (Mt 7:2). La imagen del costado traspasado de Jesús derramando sangre y agua nos recuerda que la Cruz, el amor en acción es el precio de la misericordia. “Que, como yo os he amado, así os améis los unos a los otros." (Jn 13:34)