
La mañana del 7 de octubre, solemnidad de Nuestra Señora del Rosario, amaneció especialmente luminosa en Macael. A primera hora, la Santísima Virgen fue trasladada desde su templo hasta la Plaza de la Constitución, donde tendría lugar la celebración de la Santa Misa.
Pocos minutos después llegaban al pueblo el Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal D. Carlos Osoro Sierra y el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Almería, D. Antonio Gómez Cantero, quienes fueron recibidos en la puerta de la iglesia por el párroco, D. José Rubén Fernández Pelegrina; la Corporación Municipal; el sargento de la Guardia Civil, y los miembros de la Junta Directiva de la Dominicana Cofradía del Santo Rosario.
Tras el saludo inicial, se procedió a la firma en el libro de honor de la Cofradía y a la entrega de unos obsequios en recuerdo de tan señalada visita: al Cardenal Osoro se le ofreció un retrato suyo al óleo y una litografía de la Santísima Virgen del Rosario, mientras que nuestro obispo recibió igualmente una litografía de la Patrona.
A las once de la mañana dio comienzo la Solemne Misa Mayor en honor de Nuestra Señora del Rosario, presidida por el Cardenal y concelebrada por el obispo diocesano y varios sacerdotes de la comarca.
Durante su homilía, el Cardenal Osoro dirigió unas sentidas palabras al pueblo de Macael, invitando a todos a vivir con confianza en el Señor y a seguir el ejemplo de María, modelo de fe y esperanza. En un emotivo gesto de devoción, el Cardenal ofreció su rosario personal a la Santísima Virgen, expresando además su alegría por poder conocer finalmente Macael, un lugar del que —según compartió— había oído hablar desde su juventud.
Finalizada la Eucaristía, dio comienzo la Procesión de Alabanza a Nuestra Señora del Rosario, acompañada por el Cardenal —que dio el primer toque de aviso a los portadores—, el clero, las autoridades y una multitud de fieles. Las calles del pueblo se llenaron de vivas, cantos, pétalos y aplausos, testimonio de la profunda devoción que Macael profesa a su Madre y Patrona.
Como colofón de tan memorable jornada, el Cardenal impartió su bendición a todo el pueblo y quiso dejar otro signo de su paso por Macael, entregando su solideo cardenalicio a la Cofradía del Santo Rosario, que lo conservará como preciado recuerdo de esta histórica visita.