Lecturas: Is 45, 1. 4-6. Yo he tomado de la mano a Ciro, para doblegar ante él las naciones. Sal 95. R. Aclamad la gloria y el poder del Señor. 1 Tes 1, 1-5b. Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza. Mt 22, 15-21. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Este domingo es entrañablemente conocido como el Domund. Podemos tener la tentación de reducir su importancia a la colecta destinada a las misiones. Subrayando que la generosidad material hace posible muchos milagros en tierras lejanas, recordando a tantos compatriotas que entregan su vida para llevar a Cristo y a su Iglesia a otros continentes, no podemos olvidar que cada uno de los bautizados estamos llamados a anunciar la fe que hemos recibido en las “tierras cercanas”. La Eucaristía que vamos a celebrar goza en su acción de gracias por tantos misioneros y misioneras que lo dan todo para que a nadie falte la Buena noticia del Evangelio.
La Iglesia nos regala hoy un texto precioso en la segunda lectura. Escuchamos el primer escrito del Nuevo Testamento (50-51 d. C.). Destaca las tres virtudes teologales: fe, esperanza y amor. De ellas, la más grande es el amor. Nos sitúa en la primera evangelización de Pablo. Los cristianos de Tesalónica se convierten en apasionado modelo de comunidad que nos ayuda a vivir y disfrutar de nuestro amor a Jesucristo. La imagen que nos ofrece la Palabra, es la de Dios como el único Señor de la historia. El profeta percibe los acontecimientos como expresión de QUIEN enriquece el tiempo y el espacio. Transforma la historia humana para recrearla como historia de Salvación universal. El pagano Ciro se convertirá en instrumento del Señor y el tirano acabará sirviendo al pueblo y a Dios.
Una vez más escribe derecho con renglones torcidos. Su caligrafía se vuelve legible en el entorno eucarístico. El evangelista detalla las argucias de herodianos y fariseos para tender una trampa a Jesús. Buscan en sus palabras argumentos que les ayuden a eludir el pago del tributo y así hacerle pagar las duras críticas de las que han sido objeto. Cualquier respuesta derivaría en una firme acusación. El Señor traslada de manera desconcertante la cuestión a un nivel más profundo. Lo importante es que reconozcamos a Dios como único Señor. Dios y César no están al mismo nivel. Dios ha dejado en el hombre su imagen. ¿Qué es de Dios? TODO.
Ramón Carlos Rodríguez García
Rector del Seminario