DOMINGO VI DE PASCUA

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Lecturas: Hch 15, 1-2. 22-29: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables. Sal 66: Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Ap 21, 10-14. 22-23. Me mostró la ciudad santa que descendía del cielo. Jn 14, 23-29. El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho.

Encontramos una atmósfera de despedida. Sorprendentemente el contexto es de alegría y celebración. La fiesta es posible porque Jesús nos regala la certeza de que la vida Trinitaria hará morada en nosotros. Ya no sólo Jesús habita entre nosotros, sino en nosotros. La Resurrección ha quebrado todos los límites. La novedad sigue recreándose desde el amor de Dios. Cada ser humano es casa de Dios. Inaugura el protagonismo de este tiempo nuevo la realidad del Espíritu Santo. Enseña y recuerda sin cesar todo cuanto Jesús dijo. Hoy subrayamos una de esas palabras que serenan la vida: “No os inquietéis ni tengáis miedo”. Hoy puede que sobren razones para perder la paz. El mundo puede volverse un lugar intimidante. Hay realidades diversas y dispares que pugnan incansablemente para arruinar nuestra vida. Los griegos las agruparon bajo una peculiar denominación: acedia (desasosiego, temor, cobardía, desgana). Nuestras aspiraciones de triunfo personal pronto devendrán en fracaso. Necesitamos parar y buscar la voz interior del Espíritu y escucharla con atención. Sin el Espíritu, Dios queda lejos, siempre lejos, el hombre una mera compulsión biológica, Cristo sólo un recuerdo del pasado, el Evangelio palabra ridícula y fosilizada, la Iglesia una mera sociedad anónima y muy limitada, el culto una farsa y la alegría cristiana, el personaje anhelado de Beckett (esperando a godot).

Sin embargo, Jesús entrega a sus discípulos el don del Espíritu Santo para aprender a vivir sin miedo a la libertad. Una hábil caligrafía para fraguar el arte de vivir. Jamás hemos de sentirnos huérfanos o con la sensación de haber sido arrojados al abismo de la existencia.

De todo lo que el ser humano tiene necesidad, tanto en el orden horizontal como vertical, se convierte en la inesperada herencia que los cristianos hemos de custodiar favoreciendo su crecimiento. La paz, el gran proyecto que hemos de cultivar. Permite hacer presente en el mundo la voluntad del Padre manifestada en Jesús. No es la mera ausencia de armas y de violencia. Involucra a todas las dimensiones de la vida humana y se convierte en un compromiso permanente para los que queremos seguir a Jesús.

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

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