DOMINGO VI DE PASCUA, por Ramón Carlos Rodríguez García

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Lecturas: Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48. El don del Espíritu Santo ha sido derramado también sobre los gentiles. Sal 97. R. El Señor revela a las naciones su salvación. 1 Jn 4, 7-10. Dios es amor. Jn 15, 9-17. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Los domingos anteriores han repetido una palabra de forma incesante: “vida”. El Buen Pastor derramaba vida en abundancia. Permaneciendo unidos a Jesús, verdadera Vid, recibíamos la vida. Hoy es otra palabra la que busca despertarnos de todo letargo espiritual y desesperanzado devenir: “amor”. Un hilo conductor que nos hace sospechar que ambas palabras se iluminan respectivamente. Danzan la una sobre la otra, reflejando una semblanza siempre novedosa del Dios Uno y Trino. La vida y el amor son realidades que están íntimamente conectadas con la experiencia de Dios. ¡El Dios de la Vida, el Dios del Amor! El mejor comentario al Evangelio de este domingo es el capítulo cuatro que hoy nos regala la Iglesia. Una atrevida y acertada forma de conocer a Dios: “todo el que ama conoce a Dios”. La iniciativa, no obstante, siempre es de Dios. Experiencia fundante que inunda el corazón de la persona que no deja de buscar y que se descubre “encontrado”.

Hoy la liturgia eucarística nos acerca al corazón del mensaje de Jesús. El amor a Dios Padre y a los hombres, hijos y hermanos, fueron la motivación más profunda de toda su vida. Si el domingo pasado nos pedía que permaneciéramos en Él como los sarmientos a la Vid, hoy nos facilita la forma de hacerlo, participando de su amor, que es el amor del Padre que toma rostro en Jesús. Sólo así los discípulos daremos fruto. El único mandamiento donde todos los demás cobran forma, es el amor. No sólo porque Jesús lo mande, sino principalmente porque el Señor lo ha vivido. Ha sido su natural y habitual forma de actuar, sin excepciones. Tanto el pesebre como la cruz fueron escenarios y testigos de ese amor. Surge una relación que se expresa en términos de amistad, palabra preciosa que engrandece nuestro ser hijos y hermanos. Dio la vida por sus amigos…por nosotros. Así debe ser el amor de sus discípulos. Ya no hay siervos sino amigos. Nada más grande sabemos decir de Dios: DIOS ES AMOR. Es la más perfecta definición que podemos contemplar sobre Dios. Esta realidad nos alimenta en la Eucaristía y nos renueva para la vida eterna. No permitas a partir de hoy que se malogre tu vida. Hemos sido creados para amar, hemos sido creados por amor.

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

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