Su libro «El Sudario de Oviedo» es el resultado de un exhaustivo trabajo de investigación en equipo sobre la reliquia que se guarda en la catedral de Oviedo.
Este 11 de febrero Jorge Manuel Rodríguez Almenar, titular en el Departamento de Derecho Civil de la Universidad de Valencia y vicepresidente del Centro Español de Sindonologia, dio una conferencia en la parroquia de Santiago Apóstol de la capital, sobre "El Santo Sudario de Oviedo". Conferencia dio también el 10 de febrero en la parroquia de Santa Ana y San Joaquín de Roquetas de Mar, a las 20:30 horas.
Desde que fue elegido vicepresidente del Centro Español de Sindonologia –CES– en febrero de 1988, Rodríguez Almenar ha venido representando a esta entidad en numerosos congresos nacionales e internacionales sobre la Sábana Santa de Turín y otras reliquias relacionadas tradicionalmente con Jesús de Nazaret.
Además, es redactor jefe de la revista Linteum, y comisario de las exposiciones “El Santo Sudario de la Catedral de Oviedo” (2000), y “Sábana Santa: un misterio que permanece”.
Sobre si existe certeza de que el sudario de Oviedo fue el que envolvió la cabeza del Nazareno, respondió en una entrevista concedida a un medio digital que alrededor de cuarenta especialistas, durante más de diez años de investigaciones, no han encontrado nada que contradiga lo que afirma la tradición. Es significativo, afirma Rodríguez Almenar, saber que los forenses tienen total certeza de que el hombre del sudario murió en la postura de un crucificado, o que sean todavía identificables restos de estoraque –mirra común– y aloe, o que la composición de las manchas de sangre correspondan a alguien muerto con un edema pulmonar agudo, o tantas otras cosas que se dieron en el caso de Jesús.
Cuando iniciamos su estudio, continúa diciendo Almernar, nadie sabía muy bien qué era aquel “trapo”. Lo que quedaba claro es que no tenía sentido que se tratara de una falsificación. ¿Quién falsificaría algo incomprensible y tan poco conocido? Ni siquiera se entiende bien la referencia que hace san Juan en la Biblia. Fue el estudio geométrico –y sobre todo el anatómico forense– el que puso a los investigadores sobre la pista. Es un lienzo pequeño que se colocó sobre la cabeza de un hombre para recoger el líquido que salía por sus orificios nasales y la boca, mientras era trasladado a la tumba. Al hacer un estudio histórico, vimos que pañuelos así eran usados en las crucifixiones para cubrir la cabeza del difunto.