A los 83 años, después de una vida de dedicación al ministerio sacerdotal, el 24 de noviembre de este año de gracia de 2008, el Señor ha tomado definitivamente para sí a D. Antonio Sánchez Gómiz.
Nacido el 10 de marzo, de 1925, en Albox, donde su familia residía y en donde su padre, D. Antonio Sánchez Trinidad desempeñaba la profesión de maestro, terminada la guerra civil, ingresó en el Seminario Conciliar de San Indalecio, una vez reconstruido y entonces en la plaza de la Catedral, donde cursó los estudios eclesiásticos, siendo ordenado sacerdote en la capilla del Hospital Provincial, por el Obispo diocesano, D. Alfonso Ródenas García, el 23 de septiembre de 1950, año en que fue destinado como coadjutor a la Parroquia de Santiago, de la capital, funcionando entonces en la iglesia del Monasterio de las Claras, debido al estado de destrucción que afectó al templo parroquial de la Calle de las Tiendas, durante la contienda civil de 1936 a 1939.
Al año siguiente de su ordenación, en marzo de 1951, Don Antonio obtuvo el cargo y dignidad de Beneficiado Sochantre primero en el Cabildo catedralicio, del cual sería nombrado canónigo más tarde, en 1987.
Desde 1957 ha sido el Capellán de las Religiosas Adoratrices.
Habiendo obtenido la titulación de profesor de francés, durante años impartió las clases de esta lengua y otras materias a alumnos de Bachillerato en el antiguo Colegio diocesano.
En 1982 recibió el encargo pastoral como Vicario parroquial de la que fue Parroquia del Sagrario de la Catedral y en 1987 pasó a ser el Consiliario de la Hermandad del Prendimiento, con sede canónica en la Catedral.
Formulada ante el Sr. Obispo su renuncia por edad como canónigo, le fue aceptada el 14 de noviembre de 2003, pasando a la condición de emérito en el cabildo.
La salud quebrantada por la ancianidad, aconsejaron y le condujeron en este mismo año de 2008 a dejar su domicilio familiar para residir durante un tiempo en la Casa sacerdotal “San Juan de Ávila”, y luego en la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos, donde ha sido asistido unos meses por las religiosas, hasta que la Providencia ha dispuesto culminar su existencia terrenal llevándolo consigo, tras unos días de hospitalización a causa de la enfermedad.
