Alegría en la Iglesia diocesana de Jaén tras la ordenación de tres nuevos diáconos

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

En la víspera en la que se celebra el Día de la Iglesia diocesana, la de Jaén celebra, con alegría, la ordenación de tres diáconos.

Francisco Javier Cova de la Parroquia de San Juan Evangelista de Arjona; Antonio Guerrero de la Parroquia de San Pedro de Sabiote y Jesús Llopis de la Parroquia de Santa María, Madre de la Iglesia de Jaén, han recibido la ordenación, como diáconos, de manos del Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro.

Casi un centenar de sacerdotes diocesanos han acompañado a los jóvenes en la solemne Eucaristía, a la que también han acudido sus familiares, amigos y miembros de sus respectivas comunidades parroquiales. La ceremonia ha sido solemnizada por el coro Virgen de Linarejos, de Linares.

Al finalizar la proclamación del Evangelio, a cargo del diácono permanente, D. Andrés Borrego, los tres seminaristas, se han levantado, a petición del Secretario Canciller, para que el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz confirmara, ante el Obispo, que son aptos para recibir el ministerio del diaconado.

Homilía
El Obispo ha comenzado recordando en su homilía la labor, marcada por el servicio, que a partir de este día podrán desarrollar los diáconos: “proclamarán el Evangelio, prepararán el Sacrificio, repartirán a los files el Cuerpo y la Sangre del Señor. Por encargo del Obispo, a cuyo ministerio quedarán vinculados, exhortarán a los fieles enseñándoles la doctrina santa, presidirán las oraciones, administrarán el Bautismo, asistirán y bendecirán el Matrimonio, llevarán el Viático a los moribundos y presidirán los ritos de exequias”.

Del mismo modo, le has recordado que será la caridad la que guíe el camino que comienza hoy. “Los diáconos no han de olvidar nunca que su tesoro son los pobres”, ha expresado Don Amadeo. “Estáis llamados, por tanto, de un modo esencial, a ejercer el servicio de la caridad. La manifestación del discipulado del diácono es ser al modo de Jesús, que vino a servir y no a ser servido”.

El Prelado ha insistido a los jóvenes que este periodo como diáconos deben ir configurando su vida con el corazón de Cristo. A la vez que les ha explicado que “Para que ese corazón se vaya conformando habréis de ponerlo a disposición de la gracia y de la acción de la Iglesia, que le irá dando la forma y el fondo que necesita en cada momento”. En este sentido ha expresado la importancia del celibato, al que se han comprometido, como signo de caridad “en la conformación de un corazón sacerdotal, quiero también recordaros que el celibato que os comprometéis a vivir, es un signo luminoso de la caridad pastoral y de un corazón indiviso”. Así también les ha pedido que apuntalen en su corazón en tres pilares: “la unión con Dios, el bien de la Iglesia y el bien de la humanidad” Y ha añadido, para finalizar, “La gracia del Sacramento qué vais a recibir os enriquecerá y os ayudará a aceptar y a afrontar el precioso sueño de esta nueva vida”.

Al término de la homilía ha dado comienzo el rito propio de la ordenación diaconal con las promesas de los elegidos ante el Obispo. A continuación, cada uno de los tres seminaristas se ha postrado de rodillas ante el Prelado ante quien han prometido respeto y obediencia, hacia él y sus sucesores.

Después, el pueblo fiel, congregado en la Catedral de Jaén, ha ido entonando las letanías de los santos, mientras los tres jóvenes estaban postrados delante del altar.

El momento de mayor recogimiento y emoción contenida de la celebración ha sido cuando el Obispo ha impuesto sus manos sobre las cabezas de los tres seminaristas, ya que bajo la acción del Espíritu Santo, es en este instante en el que quedan marcados por signo indeleble de la ordenación.

A continuación, han sido revestidos con la casulla de diáconos por sus párrocos y algún otro sacerdote amigo. Para, ya como diáconos tomar, de las manos del Prelado el Evangeliario, signo del ministerio que acababan de recibir. El penúltimo eslabón en una cadena de dones que los configura con Cristo, buen pastor, en su camino hacia el sacerdocio.

Las ofrendas han sido presentadas ante el Obispo por los padres de los tres ordenados.
Ya como diáconos, Jesús Llopis ha sido el diácono que se ha encargado del servicio del altar. Francisco Javier Cova ha anunciado el momento de la paz y Antonio Guerrero ha despedido al pueblo.
En el momento de la comunión los familiares de los tres diáconos la han recibido de sus manos.

La Eucaristía ha concluido con la solemne bendición del Prelado del Santo Reino, para después todos juntos hacerse una foto de familia.
En pocos días conocerán sus destinos pastorales de este nuevo camino que han emprendido hoy con la Iglesia diocesana de Jaén como testigo de este acontecimiento de júbilo y esperanza.

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