Carta Pastoral del Obispo de Cádiz, Mons. Antonio Ceballos Atienza, con motivo de la Jornada Pro Orantibus.
Mis queridos diocesanos:
El próximo domingo, día 19 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos en todas las diócesis españolas la Jornada Pro Orantibus, es decir, “por los que oran”.En esta jornada recordamos de un modo particular a las mujeres y hombres que dedican su vida a seguir más de cerca a Cristo, cuando se retiraba al monte a orar en la soledad de la noche, como expresión de su amor al Padre y para interceder en favor de toda la familia humana.
1. Lectio divina: un camino de luz
En esta solemnidad de la Santísima Trinidad, la Iglesia en España recuerda, con gratitud y afecto, a los contemplativos y contemplativas que, a diario, viven, oran y se sacrifican por los problemas de los hombres y sus múltiples necesidades.
El lema de este año reza así: “Lectio divina: un camino de luz”. Este título está inspirado en la Exhortación Verbum Domini en la que el Papa Benedicto XVI nos ha recordado “que la gran tradición monástica ha tenido siempre como elemento constitutivo de su propia espiritualidad, la meditación de la Sagrada Escritura, particularmente en la modalidad de la lectio divina (…). Los contemplativos y las contemplativas, con su vida de oración, escucha y meditación de la Palabra de Dios, nos recuerdan que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (cf. Mt 4, 4)” (Exhortación Apostólica PostsinodalVerbum Domini, 83).
Los miembros de Institutos religiosos dedicados a la contemplación, escondidos con Cristo en Dios, con sus oraciones e inmolación personal y el estudio de la Palabra de Dios, son evangelizadores de manera universal y eficaz. La Iglesia y el mundo que ésta debe evangelizar, reciben no poca luz y fuerza del Señor, gracias a su vida contemplativa y a su vida oculta y orante.
2. Escucha y anuncio de la Palabra de Dios
La contemplación de María de Betania es tan fecunda para el crecimiento de la Iglesia como la actividad de Marta. La Iglesia que escucha la Palabra y la Iglesia que anuncia la Palabra son dos aspectos de la misma Iglesia, que se influyen mutuamente. Si toda la vida consagrada “nace de la escucha de la Palabra de Dios y acoge el Evangelio como su norma de vida” es en concreto la gran tradición monástica la que “ha tenido siempre como elemento constitutivo de su propia espiritualidad la meditación de la Sagrada Escritura, particularmente en la modalidad de la lectio divina”, imitando a la Madre de Dios, “que meditaba asiduamente las palabras y los hechos de su Hijo (cf. Lc 2, 19.51), así como a María de Betania que, a los pies del Señor, escuchaba su Palabra (cf. Lc 10,38)”(Ibíd. 83).
Los consagrados contemplativos, por la familiaridad orante con la Sagrada Escritura, imitando a la Virgen María, logran hacer de la Palabra de Dios su propia casa, de la cual salen y entran con naturalidad (cf. Ibíd. 28); ésta ilumina la mente y moldea los corazones hasta llevarlos a comulgar con los sentimientos del Hijo.
3. En la nueva evangelización, la vida contemplativa es insustituible
El servicio que la vida contemplativa presta a la Iglesia en orden a la nueva evangelización es insustituible: “Los Institutos orientados completamente a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la Iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales… En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del Pueblo de Dios” (Juan Pablo II, Exhortación apostólica Vita Consecrata, 8).
4. Agradecer y rezar
Nunca daremos suficientes gracias a Dios por la predilección que ha mostrado a favor de nuestra Iglesia de Cádiz y Ceuta por el gran don de la vida contemplativa, y la presencia luminosa de ocho monasterios de contemplativas, que colaboran eficazmente, con su oración, escucha de la Palabra de Dios y la oblación personales, a vivificar y a difundir las múltiples obras apostólicas de la Diócesis.
A fuerza de ser agradecidos además de tener un recuerdo afectuoso para todos los contemplativos, debemos rezar y elevar oraciones, a fin de que el Señor nos conceda la gracia de tener, al menos, un monasterio de contemplativas o contemplativos en el Campo de Gibraltar, y otro en Ceuta. La nueva evangelización exige la presencia de los consagrados contemplativos que, imitando a la Virgen, logran hacer de la Palabra de Dios su propia casa de la cual salen y entran con naturalidad (cf. Verbum Domini 28).
5. Esperanza confiada
Espero confiado que el Señor sea generoso con nosotros y bendiga nuestros monasterios con abundantes vocaciones y conceda a todos ellos la fidelidad en su santa vocación, para gloria de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, y bien de toda la familia humana.
Que su vida de oración y escucha de la Palabra de Dios suba como incienso en la presencia del Señor, de modo que se realicen las palabras del Apocalipsis: “Y subió el humo de los perfumes con las oraciones de los santos de mano del ángel a la presencia de Dios” (Ap 8,4).
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta