En la fiesta de la Sagrada Familia

Carta Pastoral del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo.

Queridos fieles diocesanos:

1. En continuidad inmediata con los días de la Nochebuena y Pascua, deseo animaros a celebrar el Día de la Familia, en el centro de esta Navidad.

Recordaréis que, con el fin de unirnos muchos diocesanos a la celebración de esta jornada en la Plaza de Colón, de Madrid, se trasladó en la Diócesis, durante los años pasados, a fechas posteriores. Dado que esta gran fiesta de la familia se celebrará en Madrid el día 2 de enero, la Diócesis retoma el ritmo de su celebración de nuevo, conforme al calendario litúrgico: 26 de diciembre. Les animo también para hacernos presentes en la capital de España, en cuanto sea posible, el mayor número de fieles diocesanos.

2. ¡Cómo no vivir, celebrar y comunicar con inmensa alegría, la grandeza y belleza del matrimonio y de la familia!

El Hijo de Dios, que forma parte desde la eternidad de la familia trinitaria, quiso también vivir en familia durante su vida mortal, con su naturaleza humana. Primero, con José y María, en Nazaret y Egipto, luego con el grupo de los Doce Apóstoles hasta su Ascensión, durante su vida pública.

Junto a sus padres creció en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres, que luego transmitiría al grupo de los llamados y elegidos como germen y pilares de la comunidad eclesial, del nuevo pueblo de Dios del que formamos familia.

3. El cristianismo propone siempre ideas positivas que aparecen reveladas por Dios y que encontramos en la Sagrada Escritura y en la Tradición. Estas verdades van construyendo lentamente la nueva humanidad, en vez de impedir su desarrollo, como pretenden ver algunos.

Uno de estos postulados, revelado por Dios y que nos enseña también la propia naturaleza, es: que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro. Así nace el matrimonio como encuentro de los dos y, en base a esa unión, nace también la familia, que garantiza la continuidad de generaciones con la bendición de Dios.

Unidos para siempre “en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad todos los días de la vida”, como dice el Señor por su ministro en la ceremonia nupcial, los esposos crean nuevas familias con la fuerza del Sacramento y se convierten, además, en testigos del Evangelio y misioneros del amor y de la vida (cf. FC 54).

4. Cuando durante estos días se apresuran muchas familias a reunirse en el hogar, donde encontraron sus caricias más limpias y nobles, donde dimos nuestros primeros pasos, al tiempo que los brotes de nuevas familias retornan al tronco y raíces de donde proceden, no deterioremos tanta belleza. Pongámosla, por el contrario, sobre el candelero, para que otros la conozcan y vean.

Tenemos como espejo donde fijarnos la Sagrada Familia de Nazaret. En aquel sencillo hogar se amasó el más puro amor divino y humano. Como en aquella bendita familia, con momentos nada fáciles, aticemos conjuntamente, desde la oración, las brasas encendidas del amor conyugal y familiar, para que jamás se apaguen. No permitamos, tampoco, que otros las trivialicen y hasta pretendan hacerlas desaparecer, porque va mucho en ello. No es eso lo que nos enseña ni la naturaleza, ni la Revelación divina, y la naturaleza, siembre sabia, nos muestra unos y otros frutos.

5. Ruego y animo, sobre todo a los sacerdotes, para que, en todos los templos abiertos al culto en el territorio diocesano, se rece y expliquen ante los fieles los valores insustituibles del matrimonio y de la familia en los planes divinos.

Que las comunidades parroquiales y movimientos, asociaciones, grupos… de familia, procuren transmitir y apoyar siempre, como los primeros, los proyectos y propuestas de la Delegación Episcopal de Familia y Vida, y asumir con ilusión sus iniciativas.

Que los laicos tomen parte, cada vez más activa, en la preparación y celebración de esta jornada, en base a los materiales que recibirán desde la Delegación Diocesana, siempre de acuerdo con sus sacerdotes.

Pedimos que Jesús, José y María bendigan a todas las familias de esta Iglesia Diocesana, de forma especial las que atraviesan por dificultades, y que bendigan a los hogares del mundo entero.

Les saluda y bendice

+ Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén

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