El Obispo, continuando el programa iniciado el curso pasado, comenzó la Visita pastoral al arciprestazgo de Pozoblanco-Villanueva el pasado domingo, día 18 de septiembre.
D. Demetrio Fernández fue recibido en la iglesia de San Miguel Arcángel de Villanueva por el Vicario de la Sierra, Jesús María Perea, y el arcipreste y párroco Juan Vicente Ruiz. Tras visitar la Capilla del Sagrario y detenerse a orar ante la imagen de Nra. Sra. la Virgen de Luna (Patrona de Villanueva de Córdoba y Pozoblanco), el Obispo presidió la Misa Estacional, concelebrada por sacerdotes de todo el Arciprestazgo, y a la que asistieron fieles de toda la comarca de Los Pedroches.
En la homilía, Mons. Demetrio Fernández expuso el significado que tiene una Visita Pastoral, que es conocer la realidad religiosa, humana y social de su Diócesis. También, manifestó su deseo de visitar personalmente a los alumnos de Religión católica de las escuelas e institutos, dado que esta asignatura no es troncal ni obligatoria, es elegida libremente por los padres y alumnos. Asimismo, recordó a los jóvenes coreanos de la Diócesis de Seúl que durante cuatro días residieron en Villanueva y otras localidades de la comarca antes de asistir en Madrid a la JMJ, pues fueron prueba de que la fe en Jesús supera pueblos y lenguas y nos hermana en la Iglesia universal.
Antes de proceder a la bendición final, D. Demetrio tuvo unas palabras de agradecimiento para los presentes de todos los pueblos de la comarca que asistieron a la Misa Estacional, y a la Coral Polifónica San Miguel Arcángel, de la Parroquia homónima, de Villanueva de Córdoba. La Salve a la Virgen de Luna, cantada por la coral y los fieles puso el punto final al acto del comienzo de la Visita Pastoral al Arciprestazgo.
Tras la Eucaristía, el Obispo bajó a saludar personalmente a los asistentes.
Tal y como expresa en su carta pastoral de inicio de curso, Mons. Demetrio Fernández considera esta acción pastoral como una prioridad de su ministerio episcopal, ya que se trata de una visita del Señor a su pueblo, y del aliento recíproco que Obispo y Diócesis reciben uno del otro al compartir el gozo de la fe, las dificultades y las esperanzas en las que vive cada comunidad parroquial.