Cientos de sacerdotes de la diócesis de Cartagena participan en el retiro cuaresmal impartido por Mons. Lorca Planes.
La primavera cuaresmal ha comenzado para el clero diocesano. Monseñor Lorca Planes impartió ayer el tradicional retiro de cuaresma para los más de 200 sacerdotes que se dieron cita a los pies de la Virgen de la Fuensanta con el fin de reflexionar sobre la identidad sacerdotal.
El obispo, Mons. José Manuel Lorca Planes señaló en su discurso que “la personalidad del sacerdote es para los demás un gran signo, y por tanto, no se ha de bajar la guardia”. “La donación ha de ser total” argumenta el prelado. Por otra parte, éste aseguró que “el sacerdote que manifiesta su fe y vive las bienaventuranzas, es el tipo de sacerdote que hoy necesita la sociedad”. También, Monseñor, aludiendo a las palabras de Juan Pablo II señaló que “los hombres de este tiempo esperan de nosotros que seamos dispensadores de la gracia y personas de oración”.
En su frondoso discurso, el Obispo explicó que una de las dimensiones sacerdotales que el consagrado ha de tener en cuenta es la calidad humana: “no se puede ser un heraldo si te fallan los valores humanos”. Una afirmación referida a la autoridad del sacerdote como servicio: “nuestras manos están hechas para servir”. En un momento especial para la conversión, como es la cuaresma, señaló a los asistentes la necesidad de convertirse cada día: “Lo importante es vivir la limpieza de corazón”. “Uno debe plantearse para qué fue llamado”.
En su meditación, el prelado apeló a interrogarse si cada sacerdote sigue viviendo la frescura de la ordenación o por el contrario, la pasividad y la indiferencia han hecho mella en el corazón sacerdotal. “Revisemos como respondemos al hambre de la evangelización”. “¿Nos ha vencido el desánimo? A tiempos nuevos, se necesitan formas nuevas. La tarea primera es evangelizar cuidando la fe de los que ya son cristianos, porque éstos, son propiedad de Dios” afirmó Lorca Planes. Monseñor aclaró que “convertirse es retornar a la gracia de la vocación”. Con ello, descifró lo que supone la conversión para el sacerdote: “Convertirse quiere decir dar cuenta de nuestro celo apostólico, significa dar cuenta de nuestra falta de fe y esperanza, de nuestras cobardías…”. Convertirse es buscar de nuevo el perdón y el Amor de Dios para comenzar cada día. Convertirse quiere decir orar sin desfallecer”.
En repetidas ocasiones el prelado exhortó al clero a “no entristecer el espíritu, a dar la cara y no esconder el sacerdocio, y finalmente a no empobrecer la plenitud de la libertad”. Con palabras de aliento, el Obispo invitó a sus colaboradores a vivir el sacerdocio como una aventura de amor evadiendo la tentación de pensar si ser sacerdote tiene algún sentido hoy. “A un sacerdote no le es permitido olvidarse de que Jesucristo ha salido a su encuentro”.
“Se entra en el sacerdocio a través de un sacramento, a través de la entrega a Cristo para seguirlo, aunque no coincida con mis deseos de estima. Entrar por la puerta, que es Cristo, quiere decir amarlo más” señaló Lorca Planes. Éste concluyó su plática recordando a los sacerdotes que cada uno de ellos son la expresión de Cristo, Buen Pastor, y su vocación no es otra que el amor: “ Dios nos ha capacitado para responder a su amor”. El Pastor de la diócesis aludió también a la santidad. Explicó que los sacerdotes son forjadores de Santos. “El camino de la santidad sacerdotal es posible si uno se deja conquistar por Cristo”. Tras finalizar la exhortación cuaresmal, los sacerdotes tuvieron un tiempo para la oración con la exposición del Santísimo. Acto seguido, el obispo presidió la penitencial que tendría lugar entre los presbíteros.