Se abre el proceso diocesano de beatificación de la fundadora de la Congregación de Hermanas Terciarias Franciscanas del Rebaño de María.
En la mañana del pasado sábado, día 19, en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, presidido por el obispo diocesano, Monseñor Antonio Ceballos Atienza, tuvo lugar la apertura de la fase diocesana del Proceso de Canonización de la Madre Encarnación Carrasco Tenorio, fundadora de la congregación de Hermanas Terciarias Franciscanas del Rebaño de María.
El acto se inició con el canto “Veni, Creator Spiritu”, desarrollándose la liturgia de la Palabra, en la que el obispo destacó de la Madre Encarnación su vivencia cristiana y su labor abnegada a favor de las niñas pobres y huérfanas de su época, siguiendo el espíritu evangélico de las bienaventuranzas y de San Francisco de Asís.
Durante la ceremonia, el Canciller-Secretario del Obispado procedió a dar lectura del decreto episcopal por el que se nombra el Tribunal que deberá instruir el proceso, formado por los presbíteros diocesanos Don Pedro Velo, Vicario Judicial como Juez delegado; Don Antonio Alcedo, Canónigo como Promotor de Justicia; y Don José Luis Caburrasi, Vicecanciller como Notario-actuario. El Obispo como los miembros del Tribunal emitieron juramento público de guardar secreto de las actuaciones procesales y no perjudicar a la sierva de Dios u otras personas.
El postulador general de la Orden de los Franciscanos Capuchinos, R. P. Fr. Alfonso Ramírez Peralbo, que igualmente emitió juramento, hizo una breve semblanza biográfica de la Madre Encarnación y presentó al Sr. Obispo la lista de los testigos propuestos en la causa.
La Madre General de la congregación, Hna. María José López Alvarez, dirigió unas palabras de agradecimiento. Los numerables fieles y representaciones de la vida eclesial gaditana presentes irrumpieron con un sonoro aplauso. La ceremonia finalizó con la firma del acta levantada por el Canciller-Secretario General del Obispado.
La Fundadora del “Rebaño de María”, de tanta raigambre en Cádiz, nació en Puebla de Guzmán (Huelva) en 1840 e ingresó con 15 años en la Compañía de María, en la que pronto sintió la llamada a consagrarse al servicio de los más necesitados. En 1876 se entrega a la docencia de adultas y niñas sin escolarizar, e idea constituir una Congregación Religiosa que se dedique a ello. En 1878 toma el hábito franciscano en la iglesia de Capuchinos de esta capital y, casi sola, gestionó durante diez años un internado de niñas abandonadas, incluyendo todo lo necesario para el aseo, alimento, vestido y docencia.
Don Vicente Calvo y Valero, Obispo de Cádiz, aprueba las Constituciones de su obra en 1891, y en 1892 comienza las fundaciones de caridad hacia los más necesitados, pero especialmente hacia las niñas, huérfanas y abandonadas. Tras dos años de ceguera completa y con una salud precaria, la Madre María de la Encarnación muere en Cádiz, con fama de santidad, el 24 de noviembre de 1917, dejando en su obra el testimonio de su abnegado y ejemplar servicio, así como de su estilo franciscano de vivir, especialmente en relación con los bienes materiales.
El sufrimiento del pobre – concretamente el de las niñas gaditanas abandonadas – fue el lugar donde resonó para ella la voz del Cielo. Empujada por Dios, enriqueció a la sociedad y a la Iglesia con su vida sencilla y su inmensa y contagiosa alegría.
Las Hermanas Franciscanas del “Rebaño de María”, siguiendo su ejemplo, siguen viviendo el carisma que el Espíritu Santo suscitó en “Madre Encarnación” (como familiarmente se la conoce) y dedican su vida y sus actividades a buscar el bien de los más necesitados, con caridad, sencillez, humildad y alegría.
