El alcalde de Los Realejos, Tenerife, le entregó el título el pasado viernes.
“Es de justicia premiar a un hombre que desde que llegó a nuestra villa ha sabido ganarse a sus feligreses y a una gran parte de nuestros vecinos, gracias a su trato afable, su talante campechano y a su gran calidad humana”. Con estas palabras agradecía el alcalde de Los Realejos, Oswaldo Amaro Luis, al cura párroco de Santiago Apóstol y Nuestra Señora de Los Dolores, Antonio Hernández Oliva, los 28 años de pastoral en la iglesia y dedicación al pueblo de esta villa, que le han valido para ser acreedor del Título de Hijos Adoptivo de Los Realejos. El mandatario realejero ofreció estas palabras en el acto de entrega de dicha distinción que tuvo lugar el pasado viernes, 30 de octubre, en el Salón Plenos de las Casas Consistoriales.
Oswaldo Amaro, continuó su intervención dándole las gracias “en nombre de los realejeros, por el trabajo que ha realizado durante tantos años en el querido templo del Apóstol Santiago, el más antiguo de nuestra isla, en la recuperación y rehabilitación de su amplio patrimonio, así como con la incorporación al mismo de nuevas obras de arte, tanto de imaginería como de orfebrería. Todo ello ha permitido que luzca actualmente así de esplendoroso y que nos sintamos muy orgullosos del mismo”.
El mandatario concluyó que “creo que sin su desvelo y decidido apoyo nada de esto se habría hecho realidad. Como también creo que tiene algo de “culpa” en que tanto los feligreses, como este Ayuntamiento, el Cabildo de Tenerife y en su momento el Gobierno Central, hayan contribuido a realizar costosísimas obras de rehabilitación y recuperación de nuestro patrimonio en el más amplio sentido de la palabra”.
Por su parte, Antonio Hernández Oliva, arropado por su familia, amigos y feligreses que llenaron el salón de plenos del Ayuntamiento, agradeció emocionado el gesto del Ayuntamiento. El homenajeado, en su intervención realizó un recorrido por su vida consagrada a la fe y a Dios y comentó que de 44 años de sacerdocio, “28 los he dedicado a las parroquias de este pueblo con el que me he sentido comprometido desde que comencé” y concretó “doy las gracias a todas las personas buenas que me han acompañado en toda mi vida y aquí en Los Realejos”.
Habló de sus inicios en La Palma, en el Sur y en Santa Cruz de Tenerife y en La Laguna donde fue profesor durante cuatro años en el Seminario. En su intervención no dudó en recordar los duros momentos que vivió cuando al poco de iniciar su trayectoria sacerdotal en la Villa norteña, en noviembre de 1981, se detectó un importante deterioro en la techumbre del templo de Santiago Apóstol, “lo que suponía un grave peligro de que se derrumbara con el riesgo de que cayera sobre los feligreses. Pusimos –continuó recordando- a buen recaudo a todas las imágenes y distribuimos entre otras capillas e iglesias la administración de sacramentos”.
Destacó el ánimo que en esos duros momentos recibió de todo el pueblo para restaurar el edificio religioso y mencionó su agradecimiento a todos sus colaboradores y feligreses “sin cuyo apoyo físico y moral todo esto no habría sido realidad”. Tras recordar las vicisitudes que tuvo que superar en esta y otras obras, comentó que su labor continuará en este sentido pues manifestó que “aún me queda la intensa labor de restaurar la Casa Parroquial Antigua y las columnas del templo de Santiago Apóstol, en los que seguiré empeñado”.
Un caluroso aplauso del público cerró su intervención, que fue transmitida en directo por la emisora municipal, Radio Realejos.
A la sesión de honores acudieron diversas autoridades como la corporación local realejera, el Director General de Infraestructura Turística del Gobierno canario, Sebastián Ledesma; el Vicario general de la Diócesis, Antonio Pérez Morales, el alcalde de La Orotava –municipio en el que nació el homenajeado-, Isaac Valencia, además de miembros de la diócesis de Tenerife.