Presidida por el Obispo, D. Bernardo Álvarez Afonso. “La comunidad cristiana es la manifestación visible de Cristo Resucitado”. Así se expresó el Obispo, D. Bernardo Álvarez durante la homilía del Solemne Pontifical que presidió en la Sede Catedralicia. “Hoy es Domingo de Resurrección, enfatizó el Prelado Nivariense, como San Pablo hace casi dos mil años, también nosotros, con inmensa alegría y paz, conmemoramos, proclamamos y transmitimos lo que hemos recibido: que Cristo ha resucitado; que Él es el Señor, el dueño de la Vida y la Historia.
El Obispo hizo un reiterado e insistente llamamiento a la unidad: “no podemos, dijo, felicitarnos si estamos divididos, enfrentados”. En un templo de la Concepción lleno de fieles, y especialmente engalanado para el día más solemne para los cristianos, Álvarez invitó a los presentes a reflexionar sobre el milagro de la resurrección y que no es otro que “nuestro yo, nuestro individualismo, se convierte en el Yo de Cristo, y es que el yo se transforma en nosotros. Por ello, los cristianos, señaló, oramos diciendo Padre Nuestro, venga tu Reino, y lo hacemos llevando en el corazón el mundo entero, y sentimos que cualquier persona es un hermano, alguien que me pertenece y a quien yo también pertenezco. ¡Ese es el gran milagro de la Resurrección! Un sólo Señor, una sola fe, un sólo Dios Padre, una sola y gran familia”.
En este sentido, Álvarez tuvo unas palabras para los inmigrantes, invitando a los católicos a no sólo atender sino acogerlos e integrarlos, especialmente en las parroquias. Que los inmigrantes sientan, indicó, “cuando llegan a nuestras islas que están en casa, ya que nuestras parroquias son católicas, es decir, abiertas a todos y al mundo; hogar para todos y cada uno”.
Nos felicitamos, prosiguió el Obispo, porque Jesús con su muerte y resurrección es quien ha hecho posible que seamos una sola familia; que el mal sea vencido a fuerza de bien. Por ello, enfatizó, “seremos aparición de Cristo resucitado si somos testigos de su amor, testigos de paz, testigos y trabajadores por la justicia”. Para finalizar, Bernardo Álvarez recordó las palabras del libro del Apocalipsis, escrito en una situación de tribulación y dificultades: “No temas, soy yo, el que vive, estaba muerto pero, ya ves, sigo vivo”.
Al finalizar la Eucaristía el Obispo dio gracias a Dios por la fe del pueblo y por todos los que, con su trabajo, hacen posible la Semana Santa para, a continuación, impartir la Bendición Papal. Tras ella, salió en breve procesión en las andas del Corpus, “el Santísimo”, el Señor Resucitado.