Jesús María Moriana Elvira es el Rector del Seminario Conciliar San Pelagio. En esta entrevista repasa el origen de su vocación, su dedicación al Seminario y sus consejos a los nuevos sacerdotes.
-¿Qué te llevó al sacerdocio?
Un encuentro con Dios durante los cursillos de cristiandad e ir discerniendo poco a poco la llamada de Dios a servir a su pueblo.
-¿Cómo describirías tu vida sacerdotal?
Un regalo del Señor lleno de sorpresas, y aunque no siempre le respondo como debería, un intento de ser siempre fiel.
-¿A qué retos te enfrentas como sacerdote cada día?
Ayudar a que los seminaristas encuentren la voluntad de Dios en su vida concreta y prepararlos para que puedan servir santamente al pueblo de Dios, además de la tarea esencial y llamada constante de Dios hacia mi propia santidad.
-¿Qué experiencias te han causado mayor impacto desde tu ordenación?
Ver como Dios actúa a través de mi pobre vida y ministerio, especialmente cuando confiesas o aconsejas a alguien.
-¿Qué no puede faltar en la formación de un sacerdote? Que aprenda a orar, que tenga presencia de Dios en su vida y que ame apasionadamente el servir a los demás.
-¿Cree que conocemos la dimensión y el significado del seminario para la Iglesia de Córdoba? Que el seminario tiene una función esencialísima en la diócesis (como el corazón) y que se rige por criterios sobrenaturales y humanos, no siempre es entendido por todos. De ahí se sigue que algunos, por ejemplo, no entiendan la llamada a entrar en el seminario ¿Cómo chicos de 12-18 años pueden sentirse llamados por Dios y vivir en un “internado”? o ¿porque un chico joven con una carrera o un futuro por delante lo deja todo y “se encierra desperdiciando sus talentos”? La respuesta solo se obtiene cuando hablas con ellos y lo ves con visión sobrenatural: es responder a la invitación de Dios a seguirlo, desde la circunstancias de cada uno con su edad, formación, familia… Y sin seminario no hay sacerdotes y sin sacerdotes no hay Eucaristía y sin Eucaristía no estará la presencia real de Cristo en nuestro pueblo.
-Educar, muchas veces, es recordar nuestro propio aprendizaje, ¿te sientes muchas veces identificado con los seminaristas?
Si, muy a menudo. Por eso intento que no cometan los mismos errores que yo y les digo las cosas que a mí me sirvieron o me dificultaron mi vida de seminarista y de sacerdote.
-Es la primera vez que asistes como rector del seminario a la ordenación sacerdotal de dos diáconos, ¿han recibido algún consejo tuyo?
Si, demasiados… pero sobre todo que se entreguen plenamente a su parroquia y confíen en Dios.