El miércoles 10 de abril, a las 20.00 horas, se celebra el Círculo de Silencio en la Plaza de la Marina. Este gesto, promovido por la Delegación Diocesana de Migraciones, cumple su tercer aniversario tratando de expresar, en la plaza pública, la solidaridad ciudadana con las personas migrantes y refugiadas.
Los círculos de silencio son encuentros para reflexionar y hacer sonar la voz de las personas migrantes en la vía pública, despertando la sensibilidad de los ciudadanos sobre el drama que viven estas personas en su intento de encontrar un futuro mejor. «Nacen en Toulouse (Francia) en 2007 por iniciativa del franciscano Alain J. Richard. Con este acto público quería expresar su solidaridad con las personas migrantes. Desde su inicio hasta ahora se han ido extendiendo por muchas ciudades -explica el delegado diocesano de Migraciones, Ramón Muñoz. -En Málaga capital surge por iniciativa de la Delegación Diocesana de Migraciones. Todos los segundos miércoles de mes nos reunimos en la Plaza de la Constitución durante media hora. Poco a poco se han ido extendiendo a otros pueblos de la provincia (Álora, Alhaurín de la Torre, Arriate, Churriana y Torre del Mar) y a la ciudad de Melilla, que pertenece a nuestra diócesis».
¿Cuál es su objetivo? Muñoz afirma que, «imbuido por el espíritu de la no violencia, pretendemos promover el valor de la solidaridad, la igualdad, el respeto al diferente e impulsar la cultura del encuentro y la hospitalidad como nos propone el papa Francisco. Es una realidad inclusiva, está pensada para que en ella puedan participar personas de diferentes credos e ideologías. La base sobre la que se sustenta es el reconocimiento de la dignidad de las personas migrantes y refugiadas y la defensa de sus derechos fundamentales, independientemente de su situación legal. Los cristianos fundamentamos este reconocimiento en el hecho de que todos hemos sido creados a imagen de Dios, lo tenemos a Él como padre y formamos parte de una única familia humana».
Encontrarse para compartir silencio puede ser un gesto muy elocuente, como expresa el delegado diocesano de Migraciones: «Estar en silencio posibilita tomar conciencia de lo que está sucediendo, reflexionar sobre cuáles son sus causas y sentirse urgidos a trabajar para cambiar esta situación. El silencio interpela a nuestros conciudadanos, muchas personas se acercan y preguntan. Nuestro silencio quiere ser también una llamada de atención a nuestros gobernantes para que afronten de manera decidida, en colaboración con otros países, el reto de la emigración».
Como saben bien desde la Delegación Diocesana de Migraciones, el fenómeno migratorio no es nuevo, sino que se ha producido a lo largo de la historia de la humanidad, y no se limita a una determinada zona geográfica, tiene alcance mundial. Los emigrantes abandonan su tierra buscando una vida mejor para ellos y sus familias, en ocasiones poniendo en riesgo sus propias vidas. Sin embargo, sí parece un signo de los tiempos el miedo al migrante. «En la actualidad observamos que en determinados sectores de la sociedad europea está creciendo el rechazo a las personas migrantes. España no es ajena a este fenómeno, se están extendiendo un conjunto de estereotipos y prejuicios en su contra. Los cristianos no podemos mirar esta realidad como lo hacen estas personas. Nuestra mirada debe ser como la de Jesús, Él ve la realidad con los ojos del corazón, un corazón tierno y compasivo, esta mirada evitará que nos habituemos a contemplar su sufrimiento. Los cristianos no podemos permanecer indiferentes, la preocupación por el emigrante es una exigencia de nuestra fe “fui forastero y me hospedasteis” (Mt 25, 35)», explica Muñoz.
En su mensaje para la Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados de 2018, el Papa Francisco insistió en la necesidad de conjugar cuatro verbos para dar respuesta a la realidad migratoria: «acoger, proteger, promover e integrar». «Los círculos de silencio son una más de las múltiples acciones que se vienen realizando en la diócesis a su favor y que se enmarcan en esos cuatro verbos, afirma Ramón Muñoz.
MÁS CÍRCULOS DEL SILENCIO EN LA DIÓCESIS
El mismo día, a las 19 horas, también se celebra en la Plaza del Sagrado Corazón de Melilla y, en Arriate, en la Plaza de la Iglesia. En Álora también se realiza ese mismo día, a las 18.30 horas, en la puerta de la iglesia de la Veracruz.
En Churriana se celebra el primer miércoles del mes, pero los meses de diciembre y enero, se celebra el segundo miércoles, a las 19.45 horas, en la plaza del Mirador.
Ana María Medina