El discernimiento y la comunión fraterna, claves para las Nuevas Formas de Vida Consagrada

La Dra. Teresa Rodríguez Arenas, hermana consagrada de la Fraternidad Misionera del Verbum Dei, ha participado recientemente en las V Jornadas de Estudio sobre Nuevas Formas de Vida Consagrada. En ellas ha hablando en una ponencia sobre la forma de institucionalización de los nuevos carismas y formas de vida consagrada en la Iglesia actual.

La Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, a la que está afiliado el Instituto de Teología Lumen Gentium de la Archidiócesis de Granada, contó el pasado sábado 23 de febrero con la presencia de la Dra. Teresa Rodríguez Arenas, para hablar desde su experiencia como consagrada misionera del Verbum Dei dentro de la Iglesia.

En ella, la madre misionera recalcó la idea de cómo la institucionalización de un carisma es algo que se va haciendo caminando, en movimiento, de forma polifacética y abriendo caminos en relación con otras formas de vida consagrada. No obstante, cualquier fundación e institucionalización ha de tener muy presente que la novedad de los carismas tiene su génesis en Dios, en su llamada a todos a la santidad nacida a partir del Bautismo y ha de concretarse dentro de la pertenencia a la realidad objetiva de la Iglesia.

Durante su alocución, la Dra. Rodríguez Arenas destacó en especial la importancia del discernimiento como algo verdaderamente crucial hoy en día. Este discernimiento de un carisma ha de entenderse en un sentido amplio, “no como quien tiene una buena capacidad de razonar o de sentido común, sino como un don que hay que pedir confiadamente al Espíritu Santo”, afirmó. “Para un buen discernimiento, no basta con aspirar a tener normas que marquen un camino. Discernir es una gracia que incluye la razón y la prudencia pero que las supera porque se trata de entrever el proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno. ¡Cuánto mal viene de la falta de discernimiento!”.

La institucionalización eclesial de un carisma no ha de ser por tanto la búsqueda de un mero reconocimiento jurídico, ni debe partir de la imitación de lo que han hecho otros para lograr unos estatus jurídicos que puedan contar con la aprobación de la Iglesia, sino que debe de partir de una educación de la mirada y el corazón.

Por otra parte, la hermana Teresa Rodríguez no olvidó resaltar la importancia de la participación de “una Iglesia participativa y responsable” dentro de esta institucionalización de los nuevos carismas y las nuevas formas de vida consagrada. La “mayor eficacia” de la Iglesia, parte de una colaboración sinodal de todas las realidades dentro de este carisma único que es el de la evangelización. La sinodalidad tiene que evitar por tanto vivir la Iglesia “como una mera herencia histórica de la comunidad inicial o como un criterio meramente sociológico de un pretendido igualitarismo en la Iglesia”.

La fraternidad real, la comunión fraterna entre los hermanos, se revela en su opinión como el lugar en el que se efectúa verdaderamente este discernimiento y en donde toma consistencia la misión común de los bautizados.

Ignacio Álvarez
Delegación de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada

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