Este próximo sábado 8 de diciembre, día de la Inmaculada, se cumplirán 20 años de la clausura del primer Sínodo Diocesano Nivariense. Se trata de una oportunidad para hacer memoria agradecida del camino recorrido bajo el impulso del Espíritu Santo.
Después de tres años de preparación y diez sesiones de la Asamblea Sinodal, constituida por más de 450 personas, el 8 de diciembre de 1998 tuvo lugar, en la Santa Iglesia Catedral de La Laguna, la solemne celebración que ponía fin a los trabajos del Sínodo. Posteriormente, el 2 de febrero de 1999, en la Basílica de Candelaria, el obispo Felipe Fernández García, firmaba el Decreto por el que las Constituciones Sinodales se convertían en norma para el desarrollo de la actividad pastoral en la diócesis.
Bajo el lema “Renovación, comunión y misión”, con el Sínodo se llevó a cabo una amplia revisión de la situación de la diócesis en aquel momento y, siguiendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II y del Magisterio Pontificio posterior, se promovió una puesta al día en todos los campos de esta Iglesia Diocesana.
Con ocasión de su décimo aniversario escribió el obispo Álvarez, que fuera, precisamente, secretario general del Sínodo: “Vivimos un fascinante pero arduo momento histórico. No podemos olvidar que siempre es posible abrir caminos nuevos al evangelio, porque Dios sigue actuando y sigue ofreciéndose y comunicándose a cada persona como Salvador por caminos que están más allá de las crisis. Tenemos una oportunidad para crecer, una posibilidad para releer la historia y renacer de nuevo, con más fuerza, con más ardor y caridad, a una misión más incisiva”.
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