“Señor, que sintamos que cada vez que comulgamos desciendes a nuestra realidad”

Oración de D. Francisco Tejerizo, Vicario General de la ciudad de Granada, en la Plaza de las Pasiegas ante la Sagrada Imagen del Descendimiento del Señor, con la Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor, en su estación de penitencia, el Viernes Santo, en la Catedral.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Hemos proclamado hoy en el Evangelio según San Juan:
José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús, por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y aloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.

Oración:
Señor del Descendimiento, Tú has descendido, hasta tener un cuerpo humano y pasar por uno de tantos. Descendiste al seno purísimo de la Virgen. Descendiste en la noche de Belén a un pobre pesebre. Descendiste ante tus discípulos y le lavaste los pies. Finalmente, descendiste a las entrañas de la tierra y fuiste sepultado. Y ahora sigues descendiendo a nuestros altares cada vez que se celebra la Eucaristía. Y desciendes al interior de cada cristiano que comulga tu cuerpo.
Por eso, aquí, ante la imagen de tu cuerpo inerte y entregado, evocamos a esos dos de tus discípulos, Nicodemo y José de Arimatea. Ellos son discípulos que llegan tarde y cuando parece que todo acabó. Son de los débiles y temerosos, y nos resulta fácil identificarnos con ellos. Al mismo tiempo, ambos son los destinatarios de tu mejor regalo, porque reciben tu santo cuerpo.
Te pedimos, Señor, por ésta tu hermandad y por la comunidad de monjas jerónimas del Real Monasterio de San Jerónimo. Y Te pedimos que nunca dejemos de celebrar el sacramento de la Eucaristía y que sintamos que cada vez que comulgamos desciendes a nuestra realidad. Llama, Señor, a jóvenes que se atrevan a ser sacerdotes, a cuyas manos puedas descender para llegar a todos los que necesiten de Ti, de tu Vida y Resurrección. Danos sacerdotes, Señor. Y danos siempre tu cuerpo santo.

Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

Francisco Tejerizo
Vicario General de la ciudad de Granada
30 de marzo de 2018
Plaza de las Pasiegas, Viernes Santo

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