El pasado 9 de Febrero tuvo lugar la celebración del Sacramento de la Confirmación en la Parroquia Nuestra Señora de la Cabeza de Huesa. En la Eucaristía, presidida por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, un grupo de 35 feligreses adolescentes y adultos, vivieron con gozo el culmen de su iniciación cristiana. En el templo abarrotado de fieles concelebraron la Eucaristía D. Francisco Juan Martínez Rojas, Vicario General de la Diócesis; D. José Antonio Mármol Gómez, párroco de Huesa; D. Fernando Bravo Miralles, adscrito a esta parroquia y D. Bartolomé Pérez Araque, párroco de Quesada. También estuvo presente el alcalde de Huesa, D. Ángel Padilla Romero, quien saludó antes de la celebración al Obispo, al Vicario General y a los demás sacerdotes concelebrantes.
En su homilía, D. Amadeo insistió en la necesidad de vivir la vida de fe, «no de forma aislada, sino en comunidad; porque todos somos necesarios en el crecimiento humano y cristiano de los demás».
Animó, igualmente, «a colaborar en todas las variadas tareas que existen dentro de la Comunidad, cada cual en aquello que pueda, por pequeño que pudiera parecer». De esta manera, «la Iglesia va creciendo y se va enriqueciendo y renovando cada vez más», concluyó el Prelado.
Participaron en la Liturgia tanto el grupo de adolescentes que recibieron el Sacramento (moniciones, lecturas, peticiones, ofrendas), así como una pareja de adultos. Y ayudaron a vivir intensamente el momento, el Coro Parroquial, que con tanta ilusión y fe prepararon los cantos.
Antes de finalizar, Don Amadeo agradeció a todos la buena preparación de la Eucaristía, así como el ambiente de oración y recogimiento vivido en todo momento. D. José Antonio también dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los fieles, al Obispo diocesano y a los sacerdotes presentes, invitando también al Vicario General D. Francisco Juan, a que nos acompañe y presida en alguna de las importantes festividades que se celebran en Huesa.
Gran día para nuestra parroquia, donde este grupo de fieles se sienten agradecidos al Dios de la Vida por el inmenso regalo de la efusión del Espíritu Santo. Los frutos de este gozoso momento, ojala se vayan viendo en sus vidas, para que sigan creciendo en la fe y en amor a los demás y sean testigos de Cristo en todas las facetas de sus vidas.