Cuaresma es tiempo de gracia. Vinculado a la experiencia mística de la conversión, el tiempo santo de la Cuaresma es un momento sagrado de 960 horas, de 40 días, donde se celebra una llamada específica a volver a encontrarnos con el Señor, a revisar a la luz de la fe cristiana el tipo de vida que llevamos y cómo podemos ser cada día más fieles a la voluntad de Dios.
La Cuaresma este año comienza el miércoles 14 de febrero, día en el que la Iglesia Católica celebra a san Valentín, santo que objetaba en conciencia ante las leyes del Imperio Romano y casaba en secreto a los cristianos.
El gesto de san Valentín nos remite a la máxima de que es más importante obedecer a Dios antes que a los hombres. La Cuaresma es ocasión para contemplar el misterio de amor de Dios a los hombres y mujeres. Y cómo un corazón que se sabe amado solo puede responder amando. La Cuaresma es viaje que remite al corazón y a la fe. A historias de amor y renuncia donde todos podemos reconocernos en los personajes que pueblan la pasión de la mano de los amores residuales.
Urge plantearse que lo único que no vuelve es el tiempo y la verdad con que pudimos ocuparlo. Que la vida nunca pasa dos veces.
Que esta Cuaresma es una oportunidad preciosa y única que propicia encender el corazón al calor de la experiencia mística de la oración. Es el momento de ser valientes y a transitar por el camino de la Pasión. La Pasión de Cristo y la de los hermanos, especialmente de quienes más sufren.
Oración y ayuno por la paz, 23 de febrero
Una iniciativa a la que podemos acogernos para vivir esta Cuaresma es a la que convoca el papa Francisco el próximo viernes 23 de febrero: orar y ayunar por la paz especialmente en República Democrática del Congo y Sudán del Sur. A la vez que podemos preguntarnos qué podemos hacer para facilitar y favorecer la paz. Si cada uno permite a sus hermanos y hermanas entrar en la propia vida, si comparte con ellos bienes, tiempo y oración y no sólo las sobras, habrá superado muchos obstáculos para la reconciliación.
Mensajes de los Santos Padres para la Cuaresma
“El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18,
9-14). La humildad es la base de la oración.
“Nosotros no sabemos pedir como conviene”
(Rm 8, 26). La humildad es una disposición
necesaria para recibir gratuitamente el don
de la oración: el hombre es un mendigo de Dios”.
San Agustín, sobre la oración
“Además de ayunar con
tu boca, debes de ayunar
de no decir nada que haga
mal a otro. Pues ¿de qué
te sirve no comer carne, si
devoras a tu hermano?”
San Juan Crisóstomo, sobre el ayuno
“Vende lo que tienes y dalo a los pobres… porque, aunque no hayas
matado a nadie, ni cometido adulterio, ni robado, ni levantado
falsos testimonios, de nada te sirve eso si no cumples también lo
demás: sólo así podrás entrar en el reino de Dios”. Porque todo el
que quiere, según el mandamiento de Dios, amar al prójimo como
a sí mismo, “no debe poseer más cosas que las que posee su prójimo”.
San Basilio, sobre la limosna
Rafael J. Pérez Pallarés