“Política y Sociedad” (ed. Encuentros) se publicará en febrero en España; un libro íntimo que recoge las conversaciones del papa Francisco con el intelectual francés Dominique Wolton (Camerún, 1947), director del Centro Nacional galo de Investigación Científica. En su visita a Málaga para promocionarlo, confiesa: «el Papa me eligió por ser laico, no italiano y agnóstico».
«El éxito de Francisco está en abordar temas religiosos utilizando el lenguaje corriente de la gente de la calle»
Encontramos a Dominique Wolton en la sede de la Alianza Francesa de Málaga, en la céntrica calle Beatas. Su mirada inteligente no puede ocultar una profunda admiración hacia Jorge Mario Bergoglio, con quien ha mantenido doce entrevistas que le han hecho plantearse, a pesar de su agnosticismo, la existencia real del Espíritu Santo. Nos ayuda en las labores de traducción e interpretación el presidente de la Alianza Francesa, Emilio Ortega Arjonilla.
¿A quién recomendaría este libro, como un médico que prescribe una medicina?
Se lo daría a leer a agnósticos y a ateos, porque, en el Papa, van a descubrir a un hombre de fe que está implicado políticamente. Por supuesto, también a los católicos, a los de derechas y a los de izquierdas, que a veces están distanciados. A todo el mundo. Es un libro de nuestro tiempo, un libro de amor y de fe.
El Papa habla como un laico, dice usted. ¿Qué significa?
Está claro que oyéndole, su vocabulario es religioso, pero expresado de una forma comprensible para cualquiera. Una de las claves del éxito que tiene es esa manera de abordar temas religiosos utilizando el lenguaje corriente de la gente de la calle.
¿Cómo es la Iglesia que sueña el Papa?
A partir de las conversaciones que hemos mantenido, puedo decir que le gustan mucho las Iglesias nuevas, de África, de América y de Asia, por su inocencia, por su fe. Francisco no es hostil con las de mayor tradición, pero quiere que esas dos visiones se fecunden mutuamente. Y como buen latinoamericano, es optimista (los europeos tenemos una visión más trágica del mundo), va más “ligero de equipaje”, y cree que esto amplía el estilo de la Iglesia y supone realmente una apertura a la universalidad de la Iglesia. Quizás en el futuro haya que pensar en un Papa asiático o africano, y aun siendo yo agnóstico, creo que esto va a ser obra del Espíritu Santo.
¿Es irreversible la revolución Francisco?
Su éxito popular a escala mundial va a impedir dar marcha atrás. Se podría, pero va a ser muy difícil enfrentarse a esa presencia del Papa a nivel mundial en foros no cristianos, y que la Iglesia no utilice ese legado. El Papa pertenece más a los pueblos que a la propia Iglesia, lo cual es en sí un discurso de evangelización, así es el Evangelio.
Ante eso, surge una pregunta ¿Cuenta con fuerzas y apoyos suficientes?
Creo que tiene dos apoyos principales: su confianza en el Espíritu Santo y el pueblo, en el sentido latinoamericano del término: la gente ordinaria. No le gustan las élites. Entiende el pueblo como su apoyo principal. Cree profundamente en el pueblo creyente, quizás más que en la jerarquía, y pienso que sus ideas pasarán a un episcopado más joven, a una “generación Francisco”, en quince o veinte años. Ha abierto las puertas de la Iglesia y será difícil cerrarlas.
Mucha gente se reconoce “pro-Francisco”. ¿Existe el riesgo de quedarnos seducidos por el personaje pero no convertirnos a lo que él nos indica, es decir, mirar embobados la vela y no ver lo que está alumbrando?
Nadie sabe. Pero yo creo que es mejor ser seducido y esperar que haya una práctica que acompañe a esa seducción, a que no haya seducción en absoluto. Es la primera condición.
Ana María Medina