Un año después de comenzar las obras, la parroquia de San Agustín, en Melilla, reabre sus puertas para acoger a la comunidad parroquial. Aún no se han concluido, pero ya pueden celebrar de nuevo la Eucaristía en el templo.
Las obras comenzaron en octubre de 2016, para paliar los daños producidos en los tejados y cubiertas del templo, por el terremoto que sufrió la ciudad autónoma. «Tras un año sin poder celebrar en el templo, hemos entrado de nuevo a comienzos del mes de noviembre, para poder celebrar la fiesta de Todos los Santos y los Difuntos en él. No hemos hecho una inauguración como tal, pues aún quedan obras por concluir, como la fachada del templo; pero celebramos una Eucaristía en la que se bendijeron los techos. Fue un retorno al templo, al hogar», explica el párroco, Rafael López Cordero.
El arreglo de los techos era una urgencia, pues «técnicamente se tendrían que haber caído tras el terremoto que sufrimos en enero, pues se quedaron muy tocados. Aún quedan por arreglar las campanas y un lateral del patio que se inunda cada vez que se vierten las aguas en él, así que queda aún pendiente una segunda fase de las obras», añade López Cordero.
Como nos contaba el párroco este verano, «desde octubre, llevamos el templo en el maletero del coche, pues cada domingo nos ceden el salón de actos del instituto de la zona, donde montamos un templo provisional y celebramos la Eucaristía. Las Misas de diario sí las hemos seguido celebrando en un salón de la parroquia que improvisamos».
Fue un día de alegría, de regreso al hogar de la comunidad parroquial pues «teníamos el despacho en un lugar, la celebración en otro, las personas que venían a la parroquia tenían que esperar en la calle… ha sido un año de descontrol y, por fin, hemos regresado», concluye.
«Los feligreses de la parroquia estaban muy contentos por volver al templo y muy orgullosos por lo bonita que ha quedado la Iglesia», destacaba el párroco.
Aún están a la espera de la siguiente fase de las obras, tras la que se podrán escuchar de nuevo las campanas de la iglesia, que es «el templo más al sur de la diócesis, junto a la frontera con Marruecos. La gente está deseando escuchar de nuevo las campanas cristianas».
Encarni Llamas Fortes