Discurso inaugural del cardenal Ricardo Blázquez en la 110º Asamblea Plenaria de la CEE

Discurso inaugural del arzobispo de Valladolid y presidente de la CEE, cardenal Ricardo Blázquez Pérez, en la 110º Asamblea Plenaria, que se celebra del 20 al 24 de noviembre.

Señores cardenales, señor nuncio apostólico, señores arzobispos y obispos, miembros de la Conferencia Episcopal; obispos invitados de otras Conferencias Episcopales hermanas; directores, personal y colaboradores de la Casa de la Iglesia; representantes de los medios de comunicación social: reciban la expresión de mi respeto y afecto. Saludo también a cuantos a través de los Medios pueden seguir el inicio de nuestra Asamblea Plenaria.

¡Bienvenidos todos a esta solemne sesión de apertura de la Asamblea Plenaria de los obispos de España!

Nuestra cordial felicitación a Mons. Juan José Omella Omella, arzobispo de Barcelona, creado cardenal por el papa Francisco en el consistorio del pasado 28 de junio. Su nombramiento es un gesto del santo padre para con el nuevo purpurado, para la archidiócesis de Barcelona y para el resto de la Iglesia en España, que agradecemos de corazón al Sucesor de Pedro.

Saludamos también y felicitamos a Mons. Sebastià Talltavul Anglada, obispo electo de Mallorca desde el pasado 19 de septiembre, que tomará posesión de esta sede el próximo día 25. Pedimos al Señor sea rico en frutos apostólicos su ministerio en la nueva diócesis.

Felicitamos también al cardenal Antonio Cañizares, a Mons. Ciriaco Benavente y a Mons. Javier Salinas por la celebración reciente de sus bodas de plata episcopales.

Se incorporan por primera vez a nuestra Asamblea Plenaria y les dirigimos un saludo especial a los obispos Mons. José Luis Retana Gozalo, obispo de Plasencia, ordenado el día 24 de junio; a Mons. Sergi Gordo Rodríguez y a Mons. Antoni Vadell Ferrer, obispos auxiliares de Barcelona, ordenados el día 9 de septiembre.

A todos ellos les deseamos también un fecundo desempeño de su ministerio episcopal, así como les expresamos nuestra acogida en esta particular comunión episcopal en la que se desarrolla de manera habitual nuestro afecto colegial y servicio común en bien de las diócesis y de la entera sociedad española.

También enviamos desde aquí nuestro saludo y nuestros mejores deseos en su nuevo servicio como nuncio apostólico en la República Centroafricana y en el Chad a Mons. Santiago de Wit, hasta hace unos meses consejero de la Nunciatura Apostólica en Madrid. Damos la bienvenida a su sucesor en este encargo Mons. Michael Francis Crotty.

Siguiendo las iniciativas del Papa Francisco y respaldando su solicitud pastoral por los más desvalidos de la sociedad, celebrábamos ayer por primera vez la Jornada Mundial de los Pobres. El mismo santo padre nos señala en su mensaje sus intenciones para esta ocasión especial de concienciación y plegaria: “Al final del Jubileo de la Misericordia quise ofrecer a la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados. Quisiera que, a las demás jornadas mundiales establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida de nuestras comunidades, se añada esta, que aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, es decir, la predilección de Jesús por los pobres. Invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener, en esta jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial. Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Dios creó el cielo y la tierra para todos; son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna” (n. 6).

Hoy además, tiene también lugar por iniciativa del Papa Francisco, a la que se ha unido nuestra Conferencia Episcopal, la Jornada Mundial de Oración por las Víctimas de Abuso, haciéndola coincidir en nuestro caso con el Día Universal del Niño establecido por Naciones Unidas. Así en todas las celebraciones religiosas de nuestras diócesis, parroquias y comunidades cristianas se pide hoy de manera especial por las víctimas de abusos, y hacemos nuestra la determinación firme del papa Francisco que señalaba el pasado 21 de septiembre: “Permítanme decir con toda claridad que el abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan”.

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