En templos, calles y plazas. Con eucaristías, juegos, repiques de campanas, vigilias, ferias, comidas fraternas, etc. De diversos modos y maneras este Día de la Iglesia Diocesana se vivió, de un modo intenso y singular, en todos los rincones de esta Iglesia particular, sobre todo en las parroquias de esta diócesis cuatro veces insular.
La alegría es uno de los signos más elocuentes de que la Fase Celebrativa de la Misión que ha comenzado, está adecuadamente orientada. Hubo, ciertamente,” lío” en muchas comunidades. Los medios digitales de la diócesis, sobre todo el twitter y facebook, han ido publicitando numerosas estampas de este domingo feliz para los diocesanos. Las campanas de todos las templos repicaban, precisamente, a medio día como señal de alegría y de llamada a la Misión.
En obispo presidia, por su parte, una Misa en la Catedral. En su homilía resaltaba que en esta jornada “tomamos conciencia de lo que somos”. “Dios nos ha reunido en una sola familia para salvarnos, para hacernos sus hijos y, por tanto, hermanos unos de los otros”. Es Dios mismo que nos llama y, por eso, le damos gracias por pertenecer a esta Iglesia extendida por toda la tierra. En ella, la diócesis aparece como “una porción de la Iglesia universal”, en este caso, la diócesis nivariense en la que se hace presente Jesucristo y peregrina en las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.
Álvarez exhortó a cada uno a poner sus talentos al servicio de los demás. Hay una interdependencia entre los miembros de la Iglesia, a través de la cual nos llega la Salvación que es, ante todo, la “comunión con Dios y con los demás” – aseveró. Somos “signo e instrumento” para que la salvación llegue a todos. Por ello, los cristianos son invitados a la Misión como discípulos misioneros.
En otro momento de su homilía señaló que, a veces, se ha descuidado la transmisión de la fe. “En ocasiones se han transmitido costumbres religiosas, pero no la experiencia de la fe”. Por ello, la Misión diocesana que hoy inicia una nueva fase es una renovada llamada a ser misioneros, cada uno en su propia realidad.
Esta Misión está enmarcada en la preparación del bicentenario de la creación de la Diócesis de S. Cristóbal de La Laguna. Esta generación ha recibido una fe y ahora le toca legarla también a las nuevas generaciones. “Todos hemos hablar de Dios, llevar el testimonio de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas”. “Que cada uno pregunte en su parroquia en qué puede colaborar. Esta llamada es para todas y todos”, exhortó.
Bernardo Álvarez recordó que “todos contribuimos según las posibilidades al bien común”, por ello, este día también es una llamada a la corresponsabilidad en el sostenimiento de la Diócesis en sus necesidades. “Les invito, pues, a iniciar este Misión diocesana. En cada momento el Espíritu nos dará lo necesario “.
“Cuando Dios nos da sus talentos, nos pide cuenta de lo que hemos hechos con los mismos” – expuso en la parte final de su intervención. “Ojalá el Señor pueda decirnos a cada uno: Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor”. Oremos por la Misión, mucho y muchas veces “para que Dios nos ayude a ser fieles y vivir conforme a la vocación de ser hijos de Dios y hermanos unos de otros”, concluyó.