Modificaciones en la Tercera edición del Misal Romano (XV). Liturgia Eucarística (V)

Archidiócesis de Sevilla
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Ya nos vamos acercando a otro momento sublime de la Misa: la Sagrada Comunión y los ritos de la Misa nos siguen preparando a ello. En efecto, En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben “el pan del cielo” y “el cáliz de la salvación”, el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó “para la vida del mundo” (Jn 6,51). Nos enseña san Justino:

Porque este pan y este vino han sido, según la expresión antigua “eucaristizados”, “llamamos a este alimento Eucaristía y nadie puede tomar parte en él si no cree en la verdad de lo que se enseña entre nosotros, si no ha recibido el baño para el perdón de los pecados y el nuevo nacimiento, y si no vive según los preceptos de Cristo”.

La fracción del pan

El sacerdote parte el pan eucarístico. El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la última Cena, y que en los tiempos apostólicos fue el que sirvió para denominar la íntegra acción eucarística, significa que los fieles, siendo muchos, en la Comunión de un solo pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, se hacen un solo cuerpo (1 Co 10, 17).

El sacerdote realiza la fracción del pan y deposita una partícula de la hostia en el cáliz, para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra salvadora, es decir, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso. El coro o un cantor canta normalmente la súplica Cordero de Dios con la respuesta del pueblo.

Comunión

El sacerdote se prepara con una oración en secreto para recibir fructuosamente el Cuerpo y Sangre de Cristo. Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio.

Luego el sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico sobre la patena o sobre el cáliz, y los invita al banquete de Cristo; y, juntamente con los fieles, hace, usando las palabras evangélicas prescritas, un acto de humildad.

Es muy de desear que los fieles, como el mismo sacerdote tiene que hacer, participen del Cuerpo del Señor con pan consagrado en esa misma Misa y, en los casos previstos, participen del cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos, que la Comunión es una participación en el sacrificio que se está celebrando.

Mientras el sacerdote comulga el Sacramento, comienza el canto de Comunión, canto que debe expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes comulgan, demostrar la alegría del corazón y manifestar claramente la índole «comunitaria» de la procesión para recibir la Eucaristía.

El gesto de comulgar, en su sencillez, debe corresponder a su valor de encuentro personal con el Señor Jesús en el Sacramento para que el hay que estar debidamente dispuesto, es decir, en estado de gracia. Los fieles se acercan procesionalmente a comulgar. Comulgan de rodillas o de pie. Cuando comulgan de pie, antes de recibir el Sacramento hacen una reverencia profunda y recibe el Sacramento en la boca o en la mano, según prefiera. En cuanto recibe la sagrada hostia, el que comulga la consume íntegramente delante del sacerdote o ministro.

Después de orar durante un espacio de tiempo en silencio, para completar la plegaria del pueblo de Dios y concluir todo el rito de la Comunión, el sacerdote pronuncia la oración para después de la Comunión, en la que se ruega por los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.

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