La Misa Crismal reunió el Martes Santo en la Catedral a buena parte del clero de la Diócesis, en una cita de profundo significado religioso.
Un año más, la Misa Crismal congregó en el templo principal de la Diócesis a los presbíteros de la Diócesis quienes renovaron sus compromisos y promesas sacerdotales durante la misma.
La ceremonia fue presidida por el obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, quien estuvo acompañado por el anterior Nuncio Apostólico de Su Santidad en Estados Unidos, Mons. Carlo María Viganò, y el obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, al que el prelado de la Diócesis le dirigió un afectuoso saludo indicándole que «estás en tu casa».
Por su parte, el prelado, antes de consagrar el santo Crisma, reflexionó en la homilía sobre tres puntos importantes a tener en cuenta en esta celebración: el protagonismo del Espíritu Santo, el encuentro diocesano de laicos y la renovación de las promesas sacerdotales del clero presente en la Diócesis.
“La unción con el santo Crisma será la expresión eficaz de que el Espíritu Santo empapa todo lo que toca, impregnándolo de su gracia y del perfume de la gracia. Y esta unción de Cristo se prolonga en su esposa la Iglesia, un Pueblo sacerdotal. Junto al santo crisma son bendecidos el óleo de los catecúmenos para fortalecernos en la lucha contra Satanás y el óleo de los enfermos para unir el dolor humano al sufrimiento redentor de Cristo en favor de su Iglesia. Esta es la razón por la que en este día santo nos reunimos”, afirmó el Obispo.
Respecto al Encuentro diocesano de Laicos, explicó que “se trata de vivir una experiencia gozosa de comunión eclesial, de los laicos con los pastores y con los consagrados”.
Y concluyó agradeciendo a los sacerdotes su trabajo pastoral y la labor que desempeñan.