Felipe Reina (Málaga, 1948) es párroco de San Juan Bautista y los Santos Mártires en Málaga capital y, posiblemente, el director espiritual de mayor número de hermandades y cofradías de la Diócesis. Aquí, sus claves espirituales para portadores y penitentes.
«Es imposible seguir a Cristo sin la cruz que supone perdonar, amar, compartir…»
Cuando se acercan estos días, ya es tradición dar claves físicas para preparar la procesión a hombres de trono y nazarenos, pero ¿cuáles serían las claves espirituales?
Cuando dirijo unas palabras a los cofrades antes de salir en la procesión, les hago ver lo importante que es el que lleven sobre sus hombros a Jesús o a la Virgen. Ya el Señor lo dice: «El que quiera seguirme, que coja su cruz y me siga». Seguir a Jesús supone un esfuerzo, como supone para ellos llevar el trono o salir de penitente. Pero Jesús nos dice que su yugo es llevadero y su carga, ligera. Es imposible seguir a Cristo sin la cruz que supone perdonar, amar, compartir… y, sobre todo, siempre les digo que al Señor le agrada nuestro esfuerzo cuando estamos en paz con el Señor y con los demás. Que estos sean días que nos lo permitan.
Es indudable el valor cultural y artístico de las procesiones, pero ¿en qué se nota el componente religioso?
En toda cofradía hay siempre un grupo de personas que viven su pertenencia con una gran intensidad religiosa todo el año, pero también los hay que solo se acercan el día de la salida. Los niveles de fe de cada uno solo los conoce el Señor, pero antes de salir a la calle rezamos una oración, los hermanos se hacen la señal de la cruz y se multiplican las señales de respeto, reverencia y emoción.
Como Director Espiritual, ¿es testigo de cómo Dios se hace el “encontradizo” en estas ocasiones?
Sin lugar a dudas. Te sorprende cuando alguien te busca antes de la salida para confesarse o te cuenta por qué sale en la procesión… es una oportunidad de acercarse al Señor, como aquella mujer que tocó la orla del manto de Jesús.
¿Cómo son esos momentos antes y después de la estación de penitencia?
Hay matices distintos si se sale de una iglesia o de una casa de hermandad, pero por lo general son momentos de especial recogimiento. Hay quien inicia con la celebración de una Eucaristía o una celebración de la Palabra. Y después de la eclosión del regreso, se nota la alegría, las lágrimas contenidas, las peticiones al Señor y la acción de gracias.
La estación de penitencia en la Catedral ¿qué sentido tiene? ¿cómo se vive?
A muchos cofrades la Catedral los deja sobrecogidos cuando entran con sus titulares. El ambiente, el canto, la monición o el rezo del Via Crucis les ayudan a vivirlo como un momento lleno de paz y silencio dentro de la procesión, algo que viene muy bien.
¿Cómo debemos vivir la Semana Santa ante las recientes burlas a lo católico y el deseo de algunos de reducir la presencia pública de lo religioso?
Muchas personas que acuden a la Semana Santa no son creyentes, pero lo hacen con un respeto muy grande. Es muy raro encontrar actitudes diferentes. Y nuestro mejor testimonio es, lógicamente, que nuestras procesiones sean serias, se hagan con dignidad y que inviten al encuentro con Dios.
¿Qué le aporta ser Director Espiritual de las hermandades y cofradías?
Son tantas las hermandades que no puedo atenderlas como me gustaría, pero en el trato personal con la Junta de Gobierno y los hermanos más cercanos, sí veo que agradecen mucho tu presencia y el interés que les puedo dar como director espiritual. Hay mucho trabajo, y es inmensa la cantidad de gente joven y de niños. Por eso, el reto de la transmisión de la fe es muy importante porque en las hermandades y cofradías hay personas que se acercan a buscar al Señor y tanto el sacerdote como la Junta de Gobierno tenemos la tarea de iniciar cristianamente a estas personas mediante la acogida y los tres pilares de la vida cristiana: formarnos, celebrar la fe y vivir en la caridad.
Ana María Medina