Entrevista a Antonio López, hermanos de La Salle y misionero en Haití
¿En qué pretende incidir el lema de este año (El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida)?
Pues en que seamos conscientes de que, aunque aquí en España estamos muy bien y todo el mundo come, hay 800 millones de personas en el mundo que diariamente no comen o comen muy mal y, nosotros, con pequeñas acciones como no desaprovechar la comida, podemos incidir favorablemente en que el alimento pueda llegar a estas personas que no tienen acceso a él y no porque no quieran, sino porque no pueden. El alimento no llega a estos lugares.
Usted ha venido a Huelva para reforzar esta campaña en Huelva y contar su experiencia en una sociedad en la que, cada vez más, es importante el testimonio.
Pues sí y también para dar mucho ánimo a las personas que trabajan en Manos Unidas y que tienen tantas iniciativas para buscar cómo ayudar a las personas que estamos fuera, presentando algún tipo de proyectos que inciden positivamente en el bienestar de las personas.
Manos Unidas Huelva trabaja en proyectos en India, Irak, Camerún, Mali, Guatemala, Paraguay… En ocasiones, nos puede parecer que lo que ocurre en esos países queda demasiado lejos. Quizás su presencia en Huelva pueda acercar y hacer visible las necesidades de esos países…
Yo no pensé que fuera tan importante, pero me ha impactado cómo las personas son muy receptivas a nuestras experiencias de misión en otros lugares. He estado hablando en los institutos y les he contado eso de que muchas veces se oye que hay gente que con un dólar tiene que pasar el día y eso no es mentira, porque yo lo he vivido en propia carne. Es verdad que hay niños desnutridos en el mundo y que les miden el brazo y que no encuentran ningún tipo de medida. Yo estoy aquí para recordar que eso es cierto y que podemos hacer algo para que las desigualdades no sean tan fuertes en el mundo.
Usted es hermano de La Salle y ha estado en países como Nicaragua, Cuba o Haití. Cuéntenos su experiencia.
El Señor me ha regalado la posibilidad de estar en diferentes países colaborando en campos de misión. En Nicaragua estuve trabajando mucho en la Costa Atlántica y luego en la Costa del Pacífico, siempre en escuelas técnicas. Tuvimos la suerte de ver cómo los muchachos iban progresando en sus vidas y en sus familias. En Nicaragua, Manos Unidas empezó a ayudarnos hace cuarenta años en un proyecto agrícola. Nosotros trabajábamos en un instituto técnico agrícola y nos ayudó mucho en la parte de la agricultura. La experiencia de Cuba es impactante. Uno puede pensar que Cuba es maravillosa, pero luego el trabajo es muy difícil. Nos ayudaron a montar una biblioteca y yo me quedé maravillado de ver cómo los niños disfrutaban leyendo y jugando y muchísima gente que llegaba, porque era un espacio muy abierto en el que coincidía mucha gente y fue muy gratificante ver eso. El cubano es una persona muy acogedora. Los últimos diez años he estado en Haití en la Isla de la Tortuga, donde la realidad es sumamente dura y la pobreza es lacerante. Es un país falto de estructuras y de medios. Cuando han salido de un huracán viene un terremoto y eso no acaba de levantar y eso en la gente influye muchísimo, porque hay falta de trabajo y no hay posibilidades de salir adelante. Luego ha habido unos años de migración hasta Estados Unidos, pero últimamente han endurecido las leyes migratorias y han devuelto mucha gente y eso incide mucho más en el hambre. Y claro, nosotros estamos ahí para ayudar a la gente, sobre todo, a nivel educativo. Estos últimos años nos han amparado tres proyectos en la Isla de la Tortuga, uno para remodelar unas salas del hospital, en cuestiones de maternidad, dentistas y fisioterapia; otro para ayudar en las casas a hacer cisternas familiares, porque en el pueblo no hay sistema de agua potable y se trata de aprovechar la época de lluvias para recoger agua; el otro proyecto, en unión con otras Ongs ha sido conducir el agua de una fuente a cinco pueblos que han estado muy afectados por el Cólera.
