Dibujo de Miguel Redondo, para acercarse al Evangelio del domingo, Día del Señor.
Comentario al Evangelio del sacerdote José María Tortosa. Y preguntas para la reflexión.
DIOS ESCOGE LO NECIO Y DÉBIL DEL MUNDO
(HUMILDES, POBRES Y SENCILLOS)
La Palabra de Dios de hoy nos interpela con un fuerte mensaje de esperanza y felicidad. Es un mensaje al que todos y todas estamos invitados, para descubrirlo en su profundidad y poderlo hacer vida en nosotros, porque es expreso deseo de Dios, que quiere nuestra felicidad y que seamos profundamente dichosos aun en medio de la incomprensión y la indiferencia actual. “Dios está siempre haciendo algo nuevo y somos convocados a ir más allá de lo razonable para hacer la experiencia de que evangelizar a los pobres es realmente fuente de alegría y de esperanza”.
“Buscad al Señor los humildes” (Sof 2,3), un pueblo pobre y humilde que se siente “resto”, entendiendo que no es la pequeñez lo decisivo, sino el que, a partir de la minoría, Dios actúa creando siempre algo nuevo, porque la acción de Dios viene por caminos desconcertantes; “fijaos a quienes os llamó Dios… lo necio del mundo se lo escogió Dios… y lo débil del mundo… y lo plebeyo del mundo, lo despreciado… lo que no cuenta” (1Cor 1,26-31). Y esto nos reafirma el que Dios sigue manteniendo viva su promesa y sigue realizando hoy su proyecto de salvación, porque “no somos seres abandonados de Dios” en ningún momento de la historia.
Y, el evangelista Mateo, ahonda en este sentido hasta ofrecernos un perfecto manual para la vida cristiana (Sermón del Monte) para aquellos que hemos optado por Jesús y hemos decidido seguirle adhiriéndonos a los valores del Reino que él anuncia. Jesús habla desde un monte, lugar simbólico de las manifestaciones de Dios. Está sentado como un maestro que enseña a sus discípulos (un nuevo Moisés). Y como el Reino de Dios está llegando con Jesús, éste manifiesta esos gritos de alegría para todos, pero, especialmente, para aquellos por los que Dios ha optado libre y gratuitamente por ellos: “pobres en el espíritu, los que están tristes, los humildes, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los que tienen un corazón limpio, los que construyen la paz, los injuriados y perseguidos por hacer la voluntad de Dios” (ver Mt 5, 1-12), los pobres concretos de nuestro mundo actual que cada comunidad o parroquia ha de buscar y ponerle un rostro, un nombre que los saque del anonimato y los coloque en el centro.
Dios quiere del ser humano que tenga sed de la justicia, que –en tiempos de Jesús- es tener sed de hacer la voluntad de Dios y vivir como él nos pide: hacer que él sea el origen y meta de nuestra vida, orientar la vida al servicio de los demás, buscar la coherencia entre las intenciones y las actuaciones, trabajar por la concordia y la reconciliación, por la paz; y, todo esto, no lo olvidemos, es una propuesta de felicidad para todos y cada uno de nosotros. Por eso, las bienaventuranzas hoy proclamadas no son una ley ni un código ni una norma moral, sino que son Evangelio, -Buena Noticia-, anuncio gozoso de la realización del Reino, en el que la dicha de los pobres, de los que no cuentan, de los marginados y excluidos, radica en el hecho de que ya ha llegado para ellos el Reino de Dios, y en que Dios los ama profundamente.
Por eso, las bienaventuranzas, nos invitan a preguntarnos si tenemos la vida bien planteada o no, urgiéndonos a eliminar de nuestra vida orientaciones y programaciones equivocadas que no vayan en esa dirección de amar radicalmente y por encima de otros intereses y proyectos, por muy buenos que sean, lo mismo que Dios nos enseñó a amar en la persona de Jesús.
Y, además, la proclamación gozosa de estas bienaventuranzas nos ayuda a descubrir que ya hay entre nosotros frutos y signos de la Buena Noticia, del Reino. Sólo que, hemos de ser capaces de descubrirlos, porque ellos hablan de esa realidad utópica que anhelamos: amor, justicia, paz, fraternidad, verdad, solidaridad…
José Mª Tortosa Alarcón. Párroco de Jérez del Marquesado y Albuñán
PREGUNTAS:
¿Por qué Dios ha optado gratuitamente por los pobres, los que lloran y los que sufren?
¿Dónde y cómo concreto la sed de justicia?
Hago un repaso de mi parroquia, mi grupo o comunidad y descubro quiénes la componen para dar gracias a Dios.