Mons. Lorca invita a toda la Iglesia diocesana a participar en la Eucaristía de conclusión del Jubileo de la Misericordia

Diócesis de Cartagena
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La diócesis de Cartagena es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la catedral de Santa María, situada en la ciudad de Murcia.

El Papa Francisco clausurará el Jubileo de la Misericordia el domingo 20 de noviembre, en la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Una celebración que se adelantará a las diócesis este próximo domingo. El Obispo de Cartagena, Mons. Lorca Planes, presidirá, a las 17:00 horas, la Eucaristía de conclusión diocesana y de acción de gracias por los frutos del Jubileo de la Misericordia.

Miles de personas han peregrinado durante este Año de la Misericordia a la Catedral de Murcia, en las diferentes peregrinaciones organizadas por las ocho zonas pastorales, las delegaciones diocesanas o junto a los grupos parroquiales y movimientos. El Obispo de Cartagena valora positivamente este año por el gran número de peregrinos y, especialmente, porque ha sido un tiempo de gracia y de perdón: “Este jubileo ha supuesto un extraordinario movimiento hacia el corazón misericordioso de Dios, porque una de las cosas que hemos visto de forma extraordinaria es que muchísima gente se ha acercado al Sacramento de la Penitencia, y se han sentido queridos y perdonados, sabedores de que hay Alguien que nos está esperando siempre”.

Además de ser un jubileo de la Iglesia universal que ha podido lucrarse en todas las diócesis del mundo, el Papa Francisco también quiso que la Iglesia se acercara de forma especial hasta aquellas personas que, enfermas o privadas de libertad, no pudieran peregrinar a las catedrales. “La Iglesia ha ido a ellos, han sido muy bonitas las experiencias de ganar el jubileo en las residencias de ancianos y muy hermoso en las cárceles, al poder ver el rostro de la gente, de esos hombres, al vivir la experiencia del perdón y la misericordia de Dios”.

El Obispo invita a toda la Iglesia diocesana a participar en la celebración de acción de gracias por este Jubileo de la Misericordia, que tendrá lugar este próximo domingo en la Catedral. “Dios siempre nos tiende la mano y eso ya es motivo suficiente para dar gracias. Venid este domingo con alegría, para decidle al Señor que estamos aquí para darle gracias y bendecirle siempre. Con sentimientos de Iglesia, la Iglesia de la misericordia que vive con gozo este regalo de Dios”, destaca Mons. Lorca.

Obras de misericordia: corporales y espirituales

“La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo”. Esta definición del Papa Francisco, en la Bula de la Misericordia, nos muestra esta realidad que se hace patente en cada obra de misericordia. Obras que pueden ser tanto espirituales como corporales, y que muestran la solidaridad y el amor fraternal del hombre.

A lo largo de todo este Año de la Misericordia, desde la revista diocesana Nuestra Iglesia hemos repasado las distintas obras con las cuales atender y estar cercanos a las necesidades del prójimo.

Nos encontramos, en primer lugar, con siete obras de misericordia corporales. Cada una de ellas –señala el subsidio para este jubileo– “pone remedio a una deficiencia del prójimo”. Comenzamos, pues, por aquellas que suponen una falta de recursos, como son la comida y la bebida: dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. Lugares como el “Comedor social Jesús, Maestro y Pastor” de Cartagena, el “Comedor Beata Piedad” de Alcantarilla o el “Economato corazón reparador” de Torre Pacheco, hacen posible, día a día, que esto sea una realidad.

Vestir al desnudo es la siguiente obra de misericordia que nos encontramos, y que se recoge en el Evangelio de Mateo: “Estaba desnudo y me vestisteis” (Mt 25, 36). En este sentido, encontramos la labor que desde Cáritas se realiza a través de La Ropería de Murcia; un lugar que pone al servicio de todos aquellos que lo necesiten, ropa de segunda mano a precios muy bajos.

Pablo, en su carta a los Romanos les exhortaba así: “que vuestro amor no sea fingido… practicad la hospitalidad” (Rom 12, 9.13). Una muestra de la cuarta obra: acoger al forastero. En la Diócesis de Cartagena encontramos distintas instituciones que llevan a cabo esta labor, entre las que está la Casa del Transeúnte en el municipio de Bullas, por la que pasan cada año más de 100 personas, en la que se ofrece un techo bajo el que poder dormir y resguardarse, así como ayuda y alivio espiritual. Desde 1992 encontramos en Murcia la Fundación Jesús Abandonado, de la mano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y en la que trabajan más de 300 voluntarios al servicio de personas en riesgo de exclusión, que no tienen donde poder descansar.

Visitar a los enfermos es la quinta obra de misericordia, cuya importancia viene mostrada en el mismo Catecismo de la Iglesia Católica: “La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte”. Acompañar, escuchar y servir son las tareas sobre las que se asienta la Pastoral de la Salud, en la que grupos de voluntarios visitan a enfermos en sus propios hogares o en los distintos hospitales. Otra institución que también realiza una importante labor con los enfermos es la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes, a quienes sirven, desde el amor, y cuya actividad más conocida es la peregrinación diocesana hasta el santuario mariano al sur de Francia.

Por otra parte nos encontramos con la Pastoral Penitenciaria, que lleva a cabo, a través de sus 80 voluntarios y 6 sacerdotes, una obra de misericordia en los dos centros penitenciarios de Murcia. Visitar a los presos es ayudarles a mantener la esperanza, tal y como les pidió el Papa Francisco en el Jubileo de los Reclusos.

Y por último, enterrar a los muertos. Una obra de misericordia centrada en el hecho de dar sepultura a los difuntos, porque “somos templos del Espíritu Santo” (1Cor 6,19) y como tal hay que tratarlo. Por ello ha de realizarse el entierro en el cementerio, ya sea tras una incineración o a través de la tradicional inhumación, pues es el lugar indicado para esperar “la resurrección de los muertos”, como recita el Credo.

La relación de ayuda con el prójimo también se puede enmarcar dentro de lo espiritual, y es ahí donde aparecen otras siete obras de misericordia, que pueden agruparse en tres bloques. En primer lugar encontramos las de vigilancia, que –según el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización– “nos enseñan a mirar fuera de nosotros mismos” y ayudar con “compasión y amor”: dar consejo al que lo necesita, corregir al que yerra y enseñar al que no sabe. Las dos primeras obras nos invitan a poner luz en la vida del prójimo, una de ellas centrada en la ayuda en la toma de una decisión y la otra en la corrección de una acción equivocada, actos que siempre buscan la verdad y el bien. Sobre la otra obra de misericordia espiritual enseñar al que no sabe, son muchos los proyectos que a lo largo de la geografía murciana podríamos encontrar, que ofrecen formación y atención personalizada, por ejemplo, en clases de apoyo escolar, como es el caso del Proyecto Motivación que se realiza en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Puente Tocinos, o Custodire, que se lleva a cabo en la casa del Coto Dorda de Cartagena con niños de la barriada Villalba.

El segundo grupo de estas obras nos invita a tener un espíritu conciliador. Consolar al triste es una de ellas, que llevan a cabo instituciones como el Teléfono de la Esperanza o la Federación Diocesana de Viudas. Perdonar al que nos ofende y soportar con paciencia los defectos del prójimo, dos acciones sobre las que el propio Jesús nos marca las pautas a seguir desde la cruz (“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, Lc 23, 34). Una muestra de amor por aquellos que nos dañan, que es el signo del cristiano, y que recitamos en el Padrenuestro “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Y como cierre, una obra de síntesis de todas las demás: rezar a Dios por los vivos y por los difuntos. Veinticuatro horas al día, los 365 días del año, encontramos abierta la capilla de Santiago del Palacio Episcopal, en la Plaza del Cardenal Belluga, en Murcia. Allí, el grupo de adoradores perpetuos acompañan al Santísimo expuesto. Un lugar abierto para todos aquellos que quieran pasar a orar y conversar con la Misericordia.

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